La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Navidad en la cama

Fiebres navideñas y otros desórdenes del final de año

Fiel a su cita anual como si de la Navidad se tratara, aunque con algo de retraso con respecto a años anteriores, las autoridades sanitarias de nuestra región han advertido que en esta ocasión, el virus de la gripe podría llegar precisamente en plenas fiestas natalicias.

De cumplirse estas predicciones, basadas en décadas de experiencia, cabría así el riesgo de vernos afectados simultáneamente por dos fiebres: una metafórica como es la fiebre navideña, y otra para nada figurada como es la que suele acompañar al cuadro gripal.

Sin infravalorar los efectos nocivos que produce la primera de ellas sobre nuestra salud, en forma de estrés, desórdenes alimenticios y por supuesto merma económica en los bolsillos, éstos no admiten comparación alguna con los trastornos y las posibles complicaciones que puede conllevar la gripe, especialmente en personas pertenecientes a los llamados 'grupos de riesgo'. Las cifras de personas fallecidas cada año en nuestra región y en todo el país a causa de la gripe, ahí están para quien quiera consultarlas.

La imprevisibilidad del virus de la gripe hace que no obstante, resulte muy complicado determinar con qué virulencia nos atacará este año. Sin embargo, ante esa aleatoriedad, está en nuestras manos (en ellas especialmente) el intentar minimizar su incidencia. Empezando ya desde la campaña de vacunación, a la que no acuden todos los que deberían acudir.

Parece increíble así, que por más que se repita la responsabilidad social que tiene cualquier persona contagiada de evitar propagar el virus, el mensaje siga sin terminar de calar entre la sociedad. Nos encontramos así que año tras año, miles de personas resultan innecesariamente infectadas, simplemente porque otras olvidaron aquello de que una gripe dura siete días sin tratamiento alguno y una semana con él.

Buena parte de la culpa la tienen las empresas farmacéuticas, que se encargan de bombardearnos con infinidad de productos, pretendiéndonos hacer creer que con un sobrecito de esto o una pildorita de aquello otro, con la misma naturalidad de quien se bebe una copa de cava (mejor sidra brut asturiana) o se come un mazapán, podremos mantenernos en pie más frescos que los peces en el río del famoso villancico.

Obvian por supuesto que sus "milagrosos" productos únicamente enmascaran los efectos de la gripe, sin acabar con el traicionero virus y por tanto, manteniéndose éste 'vivito y coleando' en nuestro cuerpo, hasta que seamos capaces de generar los anticuerpos necesarios para acabar con él. Pero hasta entonces, el virus buscará nuevos inquilinos con los que seguir con su particular fiesta.

Háganme caso: ante el menor síntoma, quédense unos días tranquilos en casa. Y no sé engañen: ¡claro que pueden! Cierto que unas Navidades en la cama por culpa de la maldita gripe no es a priori el mejor plan. Pero nunca se sabe: lo mismo alguno hasta encuentra en ello la excusa perfecta, con la que escaquearse de esa cena a la que tenía casi tantas ganas de ir, como de estar con 38 en la cama. De fiebre me refiero. ¿A ver qué se pensaban con el titular de esta columna? Que este es un periódico serio, aunque quien esto firma no lo sea tanto.

Compartir el artículo

stats