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Controversia sobre los implantes médicos

El lucro personal sobre la garantía de seguridad del paciente

Recientemente, el periodista Daniele Grasso presentó un extenso informe por televisión sobre las complicaciones registradas con determinados tipos de implantes médicos; denunciando una realidad silenciada por ciertos "intereses creados" de algún fabricante, quien pudo primar el lucro personal sobre la garantía de seguridad del paciente (teóricamente obtenida por ensayos clínicos pagados por ese fabricante).

A su vez, también se indicó una determinada omisión de nuestras autoridades sanitarias (Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios) en el control de efectos adversos, por defectuosa coordinación con el médico responsable y el propio paciente.

Así, Grasso presentó un trabajo de investigación (The Implant Files), dirigido por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y realizado por 250 periodistas en el período 2008-2017. Abarca desde una prótesis de cadera o de rodilla, a un muelle anticonceptivo (Essure) colocado en la Trompa de Falopio de la paciente o una lentilla permanente; registrándose los efectos secundarios de gravedad, tal como el fracaso de los implantes, la imposibilidad de poder retirarlos (caso del Essure) o, incluso, ceguera. Este periodista afirma que, durante la última década, en España se han registrado 25.000 incidentes adversos causantes de severos problemas para la salud del (la) paciente.

Debido a la imposibilidad de profundizar sobre todos los tipos de implantes analizados y también por mi interés personal, he optado por centrarme en las prótesis de cadera.

En una de las primeras casuísticas (del año 1979) sobre prótesis (artroplastia) de cadera integrada por 250 casos del Hospital La Fe de Valencia, el 60% de las indicaciones de esta intervención era sobre casos de artrosis (coxartrosis) severa, así como de secuelas traumáticas o artritis reumatoide; en pacientes con edad media de 57 años y con mayor predominio en la mujer, aunque de localización indistinta (derecha-izquierda).

Evidentemente, la destreza del cirujano ortopeda es decisiva para evitar complicaciones intra-operatorias; como una posible rotura (fractura) del cuerpo (diáfisis) del fémur al colocar la prótesis; lesión quirúrgica del nervio ciático y femoral; una mala orientación o luxación de prótesis inestables y una dismetría (distinta longitud) de las piernas.

Dicha casuística registró un 1% de infecciones en el postoperatorio inmediato; mientras, en el postoperatorio tardío, hubo un 12% de reintervenciones de cadera por dolor severo o impotencia funcional (cojera) al deambular. Este hecho se relacionó con el material de la prótesis implantada y aparecía mayormente al cuarto o quinto año de la intervención (mientras la actual vida media de una prótesis es de 15-20 años).

Según Grasso, la tasa de efectos adversos creció exponencialmente en ciertos hospitales que utilizaban la prótesis de cadera modelo "ASR-XL" (de metal-metal); por liberar nocivas partículas de cromo y cobalto, secundarias al roce y desgaste de las superficies metálicas (entre la cabeza de la prótesis y la cavidad de la cadera), tras un defectuoso proceso de fabricación.

Ello implicó un incremento exponencial del nivel de cromo en sangre (270 microgramos, cuando lo normal son 5 microgramos) y una tasa de fracasos del 50% ; hechos que, según parece, se han probado en una sentencia judicial de Vigo. Consiguientemente, este tipo de prótesis ha sido prohibido en ciertos países (Australia, en 2.009). Otro ejemplo de prótesis metal-metal es la denominada "BHR", sacada al mercado en el año 2006 y que, actualmente, tiene unas 770 demandas judiciales abiertas por todo el mundo, motivo por el cual fue retirada del mercado entre los años 2014 y 2015.

Particularmente censurable ha sido una supuesta actuación de la empresa suministradora de las prótesis de cadera al Hospital Sant Joan de Reus; dado que, según parece, había realizado su proceso de homologación para la Unión Europea en Eslovaquia, donde hay un bajo "nivel de exigencia" para acreditarlas. En virtud de ello, existe una investigación judicial en curso con indicios de soborno a dos médicos.

Dicho esto, a raíz de una conversación mantenida con un compañero cirujano ortopeda del Hospital de Cabueñes (especializado en la cirugía de cadera), me consta con certeza que las prótesis de cadera implantadas en este hospital ofrecen plena garantía, dado que sus resultados se ajustan a las estadísticas internacionales: mayormente son de titanio, con la cabeza de cerámica y el receptáculo pélvico cubierto de polietileno (tratado con vitamina "E", como antioxidante) para lograr un "par de fricción" satisfactorio que evite el desgaste y desprendimiento progresivo del material protésico, lo cual podría implicar la eventual pérdida de fijación que, a su vez, pudiera ser causa de su fracaso.

En el Hospital de Cabueñes se implantan 300 prótesis de cadera al año, con un 3-4% de complicaciones precoces; sea por infección (2%) o dolor severo (2%), generalmente con impotencia funcional causada por luxaciones o fracturas peri-protésicas.

Más aún, con el material de las prótesis actualmente utilizadas en la inmensa mayoría de hospitales de nuestra Sanidad Pública (como el de Cabueñes), se logran resultados muy satisfactorios al implantarse prótesis con la prevista vida media de 15-20 años.

Aun así, un 7% de casos presenta una evolución subjetivamente insatisfactoria sin causa orgánica que la justifique, debiéndose -en general- a excesivas expectativas del paciente.

Estos datos son similares a los del Registro Sueco de Artroplastias (prótesis) de cadera del año 2016, cuya frecuencia de fracasos precoces es del 3%; aunque, a largo plazo, es del 12%, sin evidenciar mejora sobre la casuística del Hospital La Fe de 1979: ello se debe al actual amplio abanico de indicaciones quirúrgicas de estas prótesis, incluyendo pacientes de alto riesgo, sea por su edad avanzada o por presentar patología asociada.

En definitiva, la colocación de implantes médicos y, concretamente, de una prótesis de cadera requiere una plena garantía del material implantado y la confianza en el médico designado basada en una adecuada información.

Por consiguiente, el recelo creado con la reciente controversia sobre este tema está injustificado si existe una idónea relación médico-paciente y nuestras autoridades sanitarias ajustan sus protocolos para lograr un control más coordinado y eficaz entre las partes implicadas.

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