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Adicciones

La jubilación de Floro al frente de Proyecto Hombre y los nuevos consumos

He avanzado poco en el arte de la buena despedida, me cuesta desprenderme de quien se ha ganado mis afectos. El vértigo ante el vacío casi tocable que deja quien se va, lo vivo como una auténtica mutilación. Ese mecanismo de apego es casi idéntico en el ámbito privado como en el social, así que acaba de ocurrirme al enterarme de la jubilación de Luis Manuel Flórez, Floro, como presidente de Proyecto Hombre. Él se va, el proyecto continúa pero, ay, cómo disociar al uno del otro. Hasta hoy no había sido necesario hacerlo; ahora sí.

Mis tiempos de radio coincidieron con los primeros pasos de Proyecto Hombre. Con la mirada de hoy percibo la suerte que he tenido al ir entrelazándome con la gran-pequeña historia de esta gran-pequeña ciudad nuestra. Eran tiempos de onda expansiva de la "fariña", que aliada con el Sida fueron los jinetes del apocalipsis que arrasaron familias enteras. Convertían en cadáveres andantes a chicas y chicos, y en muertos vivientes a sus padres desesperados cuando buscaban en vano ayuda, perdían el contacto con los suyos, les sabían en la calle, en el hospital, en la cárcel, o finalmente les daban sepultura.

No creo que nadie de mi generación haya salido indemne de aquel tsunami, vimos sufrir y perdimos a conocidos, convecinos y personas queridas. Y allí estaba Floro, plantando en nuestro barrio la semilla del lugar a donde acudir con el hijo convertido en despojo humano sabiendo que el único milagro posible era el de aquellas personas queriendo ayudar motivadas por la fe, la razón compasiva o el nombre que cada cual dio para sí.

Cuando Floro resumía ante los medios de comunicación las cifras de personas acogidas al proyecto -las recuperadas, las que recaían, las que no encontraban allí su sitio-, cuando hablaba de la evolución de las adicciones o dibujaba los cambios en el perfil de las personas adictas, su semblante era imperturbable. Quizás -ésa fue siempre mi impresión- asomarse diariamente al abismo del dolor obliga a tasar la expresión de emociones y hace de la sonrisa un elemento más de la militancia: te recibía y despedía con ella, luego, contención.

De entrevistarle tantas veces en aquellos tiempos he pasado a escuchar o leer cómo lo hacen otros. Cuánto ha crecido el proyecto, cuántos reconocimientos, cuánto han cambiado las adicciones, sus tratamientos y enfermedades asociadas, cuánto la vida del propio Floro. Sin embargo, sigue siendo esencialmente la misma persona obstinada que conocimos en los ochenta. Cuánta falta hacen.

Cuentan que se quedará todavía unos meses en Proyecto Hombre para ayudar a Julio Jonte a tomar el testigo. Les imagino obstinados, sí, y conscientes de que no se puede bajar la guardia; con mente lúcida y conocimiento del alma humana para los tiempos que llegan. Acabamos de saber, por ejemplo, que uno de cada veinte adolescentes asturianos está en riesgo de padecer ludopatías, fundamentalmente por las apuestas a través de internet.

Son las nuevas adicciones "sin sustancia", que llegan en parte gracias a la red y ese desdoblamiento de la realidad que propicia. Internet, videojuegos, "nomofobia" o pánico a salir sin móvil, "permarexia" u obsesión por la dieta, "vigorexia" o deporte compulsivo, "oniomanía" o compra incontrolada? vienen a sumarse al consumo de sustancias como cocaína, éxtasis, LSD o anfetamina, además de las legales como tranquilizantes o alcohol. En este último caso, por cierto, Asturias está a la cabeza del ranking nacional de consumo. Cocaína y alcohol son las dos causas actuales de incorporación de personas a Proyecto Hombre. Y como siempre, como entonces, adolescentes y jóvenes, los más vulnerables.

Floro se va habiendo salvado el mundo entero cada vez que lo hizo con una única persona y se va, imagino, sabiendo que hay que levantarse cada día dispuesto a salvar ese mundo entero. Les deseo un feliz año nuevo.

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