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Tormenta de ideas

Gracias

Es lo habitual. Cada fin de año echamos la vista atrás y miramos hacia adelante. Hacia ese lienzo en blanco que supone el nuevo año, en el que cada uno de nosotros escribirá su propia historia. Algunos, casi sin pulso porque ya no quedan fuerzas ni ganas, pedirán sólo un techo donde cobijarse, un empleo, algo con lo que continuar una vida que no es vida. Muchos escribirán deseando para los que les rodean, para que recuperen la salud perdida o para que el año que comienza acabe con la agonía de aquel que quieren. También muchos niños querrán comenzar el año que viene en familia, porque se ha roto y durante toda su vida guardarán el deseo de que sus padres vuelvan a quererse en su corazón, ese al que llego yo tantas veces por mi trabajo.

Y mientras exista este dolor que todos tenemos tan cerca, los demás, los que lo tenemos todo, queremos llenar este año en blanco con deseos que nos hagan más delgados, yendo al gimnasio y haciendo deporte, más cool aprendiendo inglés, más cosmopolitas viajando mucho más, estos son deseos "normales", los que habitualmente pedimos los españoles para el año nuevo, según las encuestas.

Quizás porque yo no suelo seguir el régimen establecido, casi en nada en mi vida, el libro de mi nuevo año quedará en blanco, no escribiré absolutamente ningún deseo en ninguna de sus páginas. Quiero que quede blanco para que dejen su impronta, su huella, la sonrisa de mi niña, las lágrimas por los que se han ido, para que se llenen sus hojas de la felicidad de mis hijos, porque es por ellos por quienes me levanto cada día, porque es a lo único a lo que aspiro? Ojalá sus páginas sigan llenas de asombro y de curiosidad por cada página que vaya pasando en este libro que es mi vida, porque eso querrá decir que sigo disfrutando cada segundo sintiendo pasar la vida por cada poro de mi cuerpo, estrujando como hago cada instante, sacando el máximo partido de todo lo que se me ha dado.

Ojalá que las nuevas páginas se llenen de niños a quienes he podido ayudar, de cobijo para tantos adolescentes desesperados, de fuerza para superarme en todo aquello que todavía no consigo dominar, de ternura para los que me quieren y de comprensión para los que no me toleran, de sabiduría para distinguir lo que verdaderamente importa dejando de sufrir por lo que no merece la pena, de perdón para quienes me han hecho daño y de gratitud para todos los que me dan cada día un poco de sí mismos, porque sé que son muchos.

Y mi nuevo año no existiría sin él. No podría escribir nada. Estaría en blanco, porque él y yo vamos escribiendo al mismo tiempo cada una de sus páginas, tachando muchas veces, reescribiendo una y mil veces para que quede perfecto, para que al menos se note, que cada página está impresa con todo el amor del mundo, ese que hemos cuidado desde hace más de cuarenta años. Por eso el título de mi libro, ese que aún está en blanco, será simplemente gracias.

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