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Abu Dhabi bien vale una misa

El éxito de la visita del Papa a un país musulmán, un hito histórico

La Misa celebrada en el Zayed Sport City de Abu Dhabi, corazón de un país musulmán, por el Papa Francisco, ha supuesto un hito histórico mundial en las relaciones de la Iglesia Católica con el Islam. El acontecimiento no ha tenido la relevancia que significa, silenciado en parte por la situación terrible de Venezuela con un final imprevisible debido al interés que tienen las grandes potencias mundiales, a las que nada o poco interesan lo que realmente pasa en otros países. Que en la cuna del Islam se haya celebrado un misa católica, presidida por el Papa Francisco, en la que han participado 150.000 personas, la mayoría católicos de Filipinas, de diferentes países hispanoamericanos, indios y pakistaníes supone un hecho de grandes proporciones para la paz, la tolerancia y la libertad religiosa, un derecho fundamental violado en muchos países: dictaduras comunistas y fundamentalistas en las que la religión y los cristianos son perseguidos, silenciados, descartados, exiliados e incluso martirizados por su fe.

En un escenario singular, sin alardes ni derroches innecesarios, miles de fieles con profundo y contenido respeto siguieron el oficio divino presentes en el estadio, o en las pantallas colocados en las distintas parroquias del país. Especialmente fue el ambiente que se vivió en la catedral de Abu Dhabi, punto de encuentro para muchos fieles que no consiguieron la entrada para acceder al estadio. Según datos objetivos, la asistencia a la misa del Papa Francisco fue el acontecimiento más mayoritario nunca visto. La misa se celebró por el pontífice en tres idiomas -latín, inglés e italiano-, con la correspondiente versión en árabe. En su homilía, el Papa Francisco hizo un comentario de la esencia del mensaje evangélico: las bienaventuranzas, aplicadas a la realidad del mundo de hoy y teniendo como referentes a San Antonio abad y a San Francisco de Asís; insistiendo especialmente en la paz y en el amor a los hermanos.

Los muchos fieles se protegían del sol con viseras blancas que daban al conjunto un aspecto singular, ninguna cara ni rostros tapados. En el paisaje arquitectónico destacaban las cúpulas blancas y los altos minaretes de la enorme mezquita, porque el país es musulmán, aunque tolerante con la libertad religiosa, cierto que con notables restricciones. Para el papa Francisco las armas del cristianos no son ni la dialéctica ni la lucha, solo la armadura de la fe.

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