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Tormenta de ideas

Que me espíen

Los inconvenientes de dejar al aire la vida digital

Ay, por Dios. Ya, me imagino que dada mi trayectoria como contadora de historias (evidentemente jamás me atreveré a llamarme ni periodista, ni escritora) seguro que piensan que voy a hablar de las elecciones. Pues va a ser que no, porque vamos a quedar más que hartos de opiniones mucho más versadas y eruditas que las mías. Pero hay algo que en este momento me preocupa un montón. De verdad, ¿es posible que me estén espiando en el teléfono? Leo en mi periódico las señales inequívocas de que alguien se mete dentro de mi prolongación del brazo, o sea, de mi smartphone. Ay, Señor, de verdad, no es que tenga nada que deba ocultar, qué va.

Soy de esas que dejo que aquí mi costilla coja mi teléfono si es menester, exactamente como hago yo con el suyo, pero no para espiar, Dios me libre, sino por cualquier otra circunstancia en la que necesitemos el teléfono del otro. Pero de ahí a que un desconocido me espíe, va un abismo.

El hecho de que alguien que no conozco me pueda cotillear todo el contenido de mi teléfono es como poco preocupante y me da cierta grimilla. No soy nada cuidadosa, y como ustedes saben bien, tampoco pudorosa. Me desnudo (emocionalmente por supuesto) todas las semanas y ustedes saben de mi vida más que yo. De hecho, si me quiero acordar de algo, a veces repaso los artículos y encuentro lo que busco, porque es bien sabido que me abro en canal. Pero esto es algo voluntario.

No me haría ni gota de gracia que alguien se metiera en mis fotos, en mis notas, en mi intimidad, esa que no comparto con nadie, porque no lo necesito. No iban a descubrir nada extraño, pero existen fotos de mi familia, de mis hijos, de mi nieta, wasaps de amor (con el padre de mis hijos, conste), vídeos chorras que nunca acabo de borrar, que yo jamás mando, pero que recibo, notas en las que voy contando un poco de todo, grabaciones en las que canto como una loca, y claro, las señales que me indican que me pueden espiar según mi periódico, son como poco para preocuparse. Se me acaba la batería antes de tiempo (pienso que quizás la obsolescencia tenga la culpa; el que no se consuela es porque no quiere), el que se caliente (uf, el mío a veces echa humo casi literalmente) o que suba el consumo de datos (pues depende del momento, la verdad es que tengo un montón y es difícil que los consuma), así que si es por estas pistas, tengo la impresión de que pueden estar dentro de mi vida digital.

Por otra parte, el hecho de que me hackearan supongo que tendrá algún fin. El chantaje, por ejemplo, con lo cual me quedo más que tranquila porque mi espía se iba a aburrir un montón. Y como no me amenazara con sacar las fotos de mi careto sin una gota de restauración tal cual levantada (sí a veces una hace selfies para ver cómo el tiempo va dejando sus huellas y ver cómo se pueden maquear porque otra cosa no, pero una saben que es muy coqueta), lo que no me haría ninguna gracia? Pero de ahí a pagar para que no vieran la luz, va un trecho. Así que, qué quieren, si me espían, tan tranquila, porque se iban a cansar de buscar contenidos con los que pudieran presionarme. Mi vida, señores, es tan normal y transparente como mis artículos. Así que ya saben, hackear mi móvil no tiene ninguna gracia.

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