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El maravilloso mundo femenino

Recorrido por la consecución de derechos sociales y políticos para las mujeres, con pioneras como Emmeline Pankhurst

Durante miles de años las mujeres fueron sojuzgadas por los hombres y a pesar de ello hemos sido y somos unas privilegiadas. Tenemos la ventaja de ser unos seres humanos llenos de sentimientos, de emociones, de amor, de poder reír y llorar bien alto en cualquier sitio y en cualquier lugar sin vergüenza. Tenemos la inmensa suerte de ser madres, de llevar dentro de nosotras ese pequeño ser que algún día será un hombre o una mujer que merezca la pena si entre ti y tu pareja o tú sola si hace falta sabes darle el amor y la educación en el respeto, en la necesidad de respetar la igualdad de todas las personas, de trabajar y esforzarse por mejorar y en la capacidad de ser felices en la medida de lo posible. La unión entre tus hijos y tú será siempre especial y eso no tiene precio.

Cuando estamos tristes, cansadas, deprimidas podemos reunirnos con alguna amiga o amigas y compartir nuestros sentimientos, volveremos a casa renovadas. Los hombres no tienen esa suerte, siempre tienen que demostrar que son unos machos de pelo en pecho, no pueden mostrar sus sentimientos, no pueden llorar, con lo que alivia; y cuando se reúnen, lo hacen para beber, hablar del fútbol o de las mujeres pero no precisamente con cariño y respeto.

Hay que reconocer que las leyes nunca nos han favorecido. No se nos permitía hacer casi nada. El dueño de la casa era el marido, dueño incluso de nuestro dinero o del dinero de nuestro trabajo. Era dueño de los hijos y de todas las decisiones que se tomasen. En los casos de los hombres que tenían o tienen dominadas a sus mujeres, he comprobado que son siempre aquéllos que no valen para nada. Los menos inteligentes y menos valiosos son los que tienen envidia porque ven que sus mujeres valen más que ellos.

Durante siglos la situación de las mujeres ante la ley fue totalmente injusta hasta que una serie de ellas decidieron luchar para conseguir la igualdad que merecemos. ¡Ojo¡ igualdad de valía como personas, porque en otro sentido somos diferentes: tenemos menos fuerza física que ellos, eso está claro y más cosas; pero gracias a eso nos complementamos.

La lucha por nuestros derechos empezó por las mujeres norteamericanas, seguidas por las inglesas y luego las españolas. Después de años de peticiones de igualdad por métodos legales sin éxito, las mujeres inglesas se cansaron y elevaron una petición de voto que presentaron en el Parlamento británico en agosto de 1832. No consiguen nada y tres décadas más tarde elevan otra "ladies petition" presentada en la Cámara de los Comunes por John Stuart Mill y Henry Fawett, liderada por Lidia Becker. Al año siguiente Mill presenta una enmienda para que se sustituya la palabra hombre por persona, lo que daría el voto a aquellas mujeres que cumpliesen los mismos requisitos que los hombres. No se logró. Las sufragistas inglesas tuvieron dos aliados muy importantes: John Stuart Mill Y Jacob Brigt. No consiguieron nada y después de 40 años cansaron de los medios legales y cambiaron su táctica. Surge entonces una mujer excepcional: Emmeline Pankhurst.

Sus padres, su marido y sus hijas siempre la apoyaron y lucharon con ella. Tuvo cinco hijos y de ellos dos chicas, Christabel y Sylvia, acompañaron siempre a su madre en su lucha. El hogar de los Pankhurts se convirtió en lugar de reunión de activistas en favor de los derechos femeninos, abolicionistas que luchaban contra la esclavitud en Estados Unidos y defensores de otras causas sociales. Ella crea la Liga de Mujeres.

A la muerte de su marido en 1898 se centra en la lucha por la igualdad y el derecho al voto femenino acompañada por sus hijas. Crea la Unión Social y Política de las Mujeres. hubo boicots mediáticos y represiones. Dos años después dos sufragistas fueron detenidas acusadas de agredir a unos guardias. Iniciaron entonces las manifestaciones en Londres y muchas acabaron en la cárcel y tratadas como presas comunes. Emmeline estuvo en la cárcel varias veces y sus hijas también. Fue la suya una lucha compartida por mujeres de todas las clases sociales, y podía verse muchas veces mujeres pertenecientes a la aristocracia, estudiantes, trabajadoras e incluso sirvientas reunidas organizando cualquier acto, riéndose y compartiendo.

Cuando empieza la Primera Guerra Mundial, Emmeline acepta paralizar las movilizaciones y dedicarse a ocupar los puestos de los hombres que habían ido a la guerra a cambio de que fueran liberadas todas las sufragistas que estaban en la cárcel.

En 1920 en Estados Unidos se aprueba el derecho al voto femenino. Emmeline se integra en el partido conservador y sigue luchando por el voto femenino que se consigue en Inglaterra el año 1928, el mismo año de su muerte.

En España la consecución del voto femenino llegó tres años después, en octubre de 1931. Una diputada había trabajado incansable por conseguirlo, Clara Campoamor, conservadora; mientras Victoria Kent y los socialistas estaban en contra por considerar que la mujer era regresiva y le faltaba espíritu crítico. Afortunadamente no se tuvo en cuenta semejante opinión.

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