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Por libre

El fútbol no es para menores

Sobre la violencia que emana de los estadios y que presencian nuestros hijos

A raíz de lo vivido antes, durante y después de la disputa del derbi futbolero en nuestra bendita región, más de uno -de parte y parte-, ha demostrado que merecería ser expulsado de esta Asturias, paraíso natural, una vez descubierta y probada su absoluta desnudez intelectual y la carencia total de valores que poder ofrecer a tantos niños y niñas que tienen al fútbol como ese espejo mágico en el que cuando se miran, sueñan ser como esos mayores que al igual que ellos visten de corto y dan patadas a un balón.

De comunicado en comunicado y tiro porque me toca, en esta tierra curiosamente incomunicada de fronteras afuera, se ha conseguido el que las aficiones de sus dos principales equipos se hayan visto de repente llamados a filas por sus respectivos responsables, o más bien, irresponsables gestores. Pueden ustedes estar seguros de que por mi parte me declaro públicamente desertor de ésta que no es mi guerra. Y que nadie por ello ose poner en duda mi fidelidad a mis colores. Mi batalla, no se equivoquen, es otra muy distinta: la de defender aquellos valores del deporte que Enrique Castro 'Quini' nos dejó como lección suprema y magistral. ¡Ay!, ¿qué estará pensando el "Brujo" de todo esto, allá donde esté?

La realidad es que en general, el considerado como deporte rey se está transformando en un espectáculo cada vez más dirigido a adultos y menos apropiado con ello para menores. La enorme carga de violencia verbal a la que éstos se encuentran pasivamente sometidos en un estadio -contra el adversario o contra el árbitro de turno en cualquier partido-, convendrán conmigo que no admite parangón alguno. Y por supuesto sin obviar la violencia física de la que puedan ser testigos en más de una ocasión. Fuera y dentro del césped; en vivo o por televisión.

¿No creen por ejemplo que resulta en parte contradictorio y hasta irresponsable que llevemos a nuestros hijos a un evento que ha sido declarado como de "alto riesgo"? Y aun así lo seguimos haciendo con absoluta naturalidad, porque desgraciadamente hemos tal vez interiorizado la violencia como algo casi implícito al deporte.

Y si sólo fuese el fútbol profesional el que padece esta degeneración... Cualquiera que con frecuencia asista a partidos de fútbol base sabrá bien a qué me refiero. Cada semana existen episodios donde son tristes protagonistas padres que llegan incluso a las manos, o que insultan a árbitros tantas veces menores de edad. No verán algo semejante en muchos otros deportes. Y ni qué decir de aquellas disciplinas de combate y lucha, precisamente en los que existe un mayor respeto por el adversario.

Es por ello que me merecen especial respeto y admiración todos esos educadores antes que entrenadores, o todas las personas que a diario y en el más completo anonimato intentan que el fútbol pueda volver a ser algún día un espectáculo apto para menores. Y por encima de todo un deporte con mayúsculas, con lo que ello implica.

Pero que nadie olvide que para conseguirlo es necesario también que todos (dirigentes, jugadores, aficionados y medios de comunicación) entendamos de una vez por todas que la única salsa del fútbol son los goles. Y que cualquier otro ingrediente picante con el que se le pretenda condimentar, lo único que conseguirá es contaminarlo de ese insoportable hedor a putrefacción sensacionalista que nos rodea por doquier en estos tiempos plagados de "zascas" y zascandiles.

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