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Este Gijón? ¿de ensueño?

Los problemas sociales de esta ciudad y las ayudas a las familias más necesitadas

Este periódico publicó, el domingo 24 de marzo una tertulia celebrada en sus locales en la que participaton la responsable del Albergue Covadonga y los de Mar de Niebla y Siloé. No son profesionales, ni políticos, ni tienen más interés que ayudar a su prójimo, lo que confiere a sus palabras un halo de credibilidad, de que saben lo que dicen porque lo experimentan a diario en su trabajo, sin ningún interés personal. No son los únicos, hay otras asociaciones que atienden a quienes ya no tienen nada.

Una imagen vale más que mil palabras, en este caso es al revés, las palabras de estos responsables sacan a la luz la imagen de un Gijón ignorado consciente o inconscientemente.

Tiene que ser jodido levantarse por la mañana y no saber si ese día vas a poder comer algo o no, tiene que ser jodido levantarse por la mañana y que todo lo que tengas por delante sean incógnitas.

Una pensión de viudedad da para el alquiler y poco mas, un paro prolongado va comiéndose poco a poco tus reservas hasta dejarte bajo mínimos. Si además tienes una familia que dependa de ti, la situación empeora hasta límites difíciles de imaginar. Explícale a un niño que tiene que ir al colegio en ayunas o que no puede cambiar de ropa porque no tiene otra.

Habría que empezar a pensar porqué se llega a esta situación, porqué en la época de la igualdad cada vez hay más desigualdades, porqué cuando un golpe de la vida lleva a un ciudadano a este estado, las posibilidades de que salga adelante son mínimas, porqué durante los años de lo que se dio en llamar crisis económica casi desaparece la clase media mientras aumenta desproporcionadamente el número de millonarios. También porqué los bancos y las grandes multinacionales acumulan más poder y son en realidad quienes marcan las pautas de los distintos gobiernos. Y porqué llevamos tantos años sin una labor de gobierno seria. Casi toda la actividad política de los últimos años, a cualquier nivel, se limita a las peleas, cada vez más barriobajeras entre partidos, más preocupados de mantener su estatus que de sacar esto adelante.

Este año se cumplen cuarenta años de ayuntamientos democráticos. La actual corporación es la décima de la democracia y no parece que vaya a pasar a la historia por sus logros. Uno de ellos, la renta social, fue cercenado después de una primera edición forzada más por compromisos con otros partidos que por convencimiento propio.

La Renta Social no es la panacea, pero es una solución, a menos a corto plazo, que debe institucionalizarse. No vale un año si y luego veremos, debe de ser prioritaria, con todos los mecanismos de control que se quieran, pero prioritaria.

Es curioso que en contra de la renta social, los argumentos, los inconsistentes argumentos diría yo, sean siempre los mismos, que si el efecto llamada, que si los acostumbramos a vivir del cuento no van a buscar otra salida, que si el fraude en el empleo de las ayudas, y otras zarandajas del mismo estilo. Vamos a ver ¿Alguien se puede creer que una familia de Cuenca o de Calatayud va a venir a Gijón, empadronarse y vivir aquí al menos un año para sacar mil o dos mil euros? ¿Alguien se cree que una familia normal va a dedicarse a vivir del cuento por recibir unos pocos euros al mes? ¿Alguien se cree que los pocos casos de fraude detectados son la tónica general?

La derecha ha rechazado tradicionalmente este tipo de ayudas, a la derecha siempre le ha gustado más la caridad que la solidaridad, es lo que pasa cuando tienes conciencias que tranquilizar.

Es una lástima que muchos comerciantes defiendan la renta social, no por convencimiento o ideología sino porque le garantiza unos ingresos jugosos. Será interesante ver como el jefe de los pequeños comercios torea el tema en el partido que le acaba de nombrar asesor, enemigo declarado de todo este tipo de ayudas y que ha hecho de la oposición a las mismas un estandarte.

Y por último insistir en que este tipo de ayudas no son la solución por si solas, pero acompañadas de otras acciones de promoción de empleo, de formación profesional, de ayudas a emprendedores o de búsqueda de nuevos nichos de negocio, son imprescindibles para que muchos ciudadanos no crucen la raya que marca el inicio de la marginación, que muy difícilmente tiene marcha atrás.

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