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La nueva guerra franco-alemana

El enfrentamiento de las industrias militares de los dos países principales de la Unión Europea

Es posible que a la que se refiere el titular ya lleve unos años en marcha, pero que no se asuste nadie, que no se trata de una guerra convencional con enfrentamiento de ejércitos de ambos países. En esta oportunidad son los complejos industriales de carácter militar los que se enfrentan.

Estos últimos días se ha asistido en la prensa especializada, especialmente en la francesa, a un contubernio bastante agrio a partir del veto alemán a las ventas de material militar de factura franco alemana al reino de la Arabia Saudí. Hasta ahora el asunto parece algo lógico. De hecho, aquí en España, ya hemos asistido a un ramalazo de buenismo político con la pretensión, felizmente frenada, de la ministra de Defensa en relación con la construcción de cuatro fragatas para ese mismo reino. Pero las cosas parece que no son tan simples.

Francia y Alemania son las constructoras de Europa, las imágenes de De Gaulle y Adenauer al principio, y más tarde Khol y Miterrand, están ahí para recordárnoslo. Desde el Acuerdo del Carbón y del Acero siempre han ido tirando del carro, con iniciativas de todo tipo. En el campo de la defensa la Brigada Franco Alemana y el Eurocuerpo son muestras vivas de ese empeño pero es en el ámbito industrial donde quizás han ido más lejos, con Airbus como buque insignia.

En el área armamentística ya hace tiempo que cooperan y es aquí y ahora donde parece que nacen las hostilidades. Francia y Alemania tienen enfoques industriales diferentes; la primera lo hace desde la participación del estado en las empresas de la defensa y la segunda, en cambio, más al estilo norteamericano, prefiere que éstas sean 100% privadas. Hasta ahí poco que objetar, pero cuando entramos en el campo militar ya empiezan las diferencias.

Alemania hoy y antes se vuelca en la Alianza Atlántica, Francia vuelve a la estructura militar hace pocos años de la mano de Sarkozy. Francia antes y ahora de la mano de Macron aboga por una Defensa europea capaz y estratégicamente autónoma; la Alemania de Merkel parece acompañar, pero no siempre lo hace de forma clara. Francia despliega y combate con Naciones Unidad, la UE o la OTAN y sus soldados dejan sus vidas en todos los teatros de operaciones, Alemania es renuente a desplegar sus tropas y cuando lo hace busca la parte cómoda del despliegue.

Alemania cuenta con una ley que impide la venta de armamento o componentes a países en guerra o aquellos en que la situación de los derechos humanos no esté clara, en ella se basa para vetar la venta de sistemas construidos con Francia, pero en esa misma ley introduce la excepción para cubrir el interés del país y así vende a la misma Arabia, a Turquía, Uzbekistán o cualquier otro que se considere oportuno.

De la mano de la OTAN Alemania se está convirtiendo en la gran nación marco para las nuevas políticas de la Alianza y por ese medio avanza su potencia industrial con el objetivo de mandar/liderar Europa; el cuerpo de Ejército germano holandés fue una cuña que hace hoy totalmente dependiente a los holandeses de Alemania. Francia, cada vez más, empieza a ver como un mal negocio sus pasadas alianzas con su socio ultra-Rin y eso sucede cuando el futuro de Europa vuelve a estar en juego a causa de las presiones de sus socios -Trump-, nuevas potencias -China-, o una acomplejada Rusia. Mal asunto en tiempo de incertidumbre.

Y ¿España dónde está? España no está, estamos sin estar desde el Tratado de Utrecht. En estos últimos años nos hemos esforzado por mostrarnos como socios con los que se puede contar -quitando el espectáculo bochornoso de la retirada de Iraq- y hoy somos los mayores aportadores en soldados y misiones a la defensa europea. Tampoco escurrimos el bulto con la OTAN y hasta le enviamos una batería Patriot al cesarista Erdogán, y con NN UU tenemos hipotecada una gran unidad, para años, en el Líbano. Pero en las grandes decisiones somos un socio menor; el cierre del programa del avión de transporte A-400 es una muestra que nos recuerda, con la pérdida de puestos de trabajo, lo que contamos. Francia y Alemania están a punto de desencadenar una guerra industrial y ello supondrá un enorme paso atrás en la construcción europea, cuando esta unión es más necesaria que nunca para la Unión.

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