En la estética de hoy en día, afortunadamente, cada vez se habla más de ingredientes. Esto es fundamental a nivel profesional, porque entender un producto es necesario para prescribirlo correctamente. A nivel de público final, hay un interés creciente por este tema en gran parte de la población. Son muchas las personas a las que les encanta este mundo, lo cual no me extraña, porque ¡es tan bonito! Pero como todo en esta vida, este tema también tiene sus pros y sus contras.

Retinol

Creo que se entenderá perfectamente explicando una situación con la que me encuentro a menudo en consulta, clientes que dicen cosas como esta: "Ya sé que el retinol es muy bueno para el envejecimiento, pero yo no puedo usarlo". Y es que como se oyen tantas cosas a cerca de los beneficios del retinol (en esto asumo mi parte de culpa), pues se compra sin más. O, con un poco de suerte, se compra después de haber investigado por internet largo y tendido; o se compra el mismo que usó una amiga y le fue tan bien... A partir de ahí, suelen venir los primeros chascos, en forma de reacciones adversas y con el consecuente abandono del producto. Pero lo cierto es que merece la pena usarlo, aunque, por supuesto, siguiendo los pasos adecuados.

Principales beneficios: ser un potentísimo regenerante y antioxidante, tener grandes efectos sobre la pigmentación (inhibe la transferencia de melania), aumentar la síntesis de ácido hialurónico, controlar las enzimas que degradan y descomponen nuestro colágeno, capacidad antibacteriana, seborreguladora... Casi nada, ¿verdad?

Con los activos cosméticos ocurre que con un nombre genérico se da por hecho que es todo lo mismo. Popularmente nos referimos al retinol cuando hablamos de los retinoides, y dentro de estos hay varias opciones, combinaciones de las diferentes opciones, concentraciones, y formulaciones diferentes. Así que no haber tolerado una de ellas no impide poder usar otra, o una concentración inferior, o una formulación distinta de ese mismo activo.

Vitamina C

Lo mismo ocurre con la vitamina C. Qué lástima que tantas personas hayan renunciado a ella en su rutina solo por no haber dado con la forma más adecuada para su piel y/o sus necesidades. ¿A que muchos pensabais que todas las vitaminas C eran iguales? Pues no, como no todos los retinoles lo son.

Algunos de los beneficios de la vitamina C: es la reina de la luminosidad en cosmética y un potente antioxidante que combate los radicales libres para ayudar a prevenir las arrugas, las manchas solares y la pigmentación irregular. Sin que olvidemos también su efecto voluminizador y reafirmante.

Vitamina E

Y por último, pero no menos importante, quiero destacar la importancia de otra vitamina, en este caso, la vitamina E. Y no es casualidad que hable de ella justo a continuación de la anterior, porque son la pareja perfecta. Actúan conjuntamente en su función de protección de la piel. Otra razón más para no guiarse solo por la búsqueda de un activo concreto, puesto que a veces, es crucial que se acompañe de otro. Además, en el caso de esta vitamina, es muy importante que sea natural y no sintética, pero por su mayor eficacia, no por quimiofobia.

Os cuento los beneficios más relevantes de la vitamina E: aumentar la hidratación de la capa córnea y el buen tacto de la piel, disminuir los efectos dañinos de los radicales libres, y el envejecimiento prematuro de la piel, también es antiinflamatoria y mejora incluso la epitelización de las heridas. ¿Y si además os cuento que proporciona a la piel una reserva protectora y un SPF aproximado de 7? Impresionante.

En base a todo esto, ¿de verdad interesa dejar la responsabilidad al público general de seleccionar entre tetrahexidecil ascorbato, ácido L-ascórbico, ácido L-ascorbico etilado, ascorbil fosfato de sodio... para encontrar su producto ideal de vitamina C, por ejemplo?

La mejor respuesta es que debemos volver a hablar de qué preocupaciones existen o qué se quiere mejorar y dejar que el profesional haga la prescripción y seguimiento posterior. Pensemos en ello.

Cada profesión tiene mucho detrás, y nadie como un profesional cualificado es el más indicado para hacer una prescripción correcta, sin importar el sector, ya sea en mecánica, cocina, arquitectura... o belleza.

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