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Tormenta de ideas

Asturias se muere

El postramiento de una región que pierde población a pasos agigantados

No me extraña. Asturias se está muriendo, el paisaje humanístico se puebla de renqueantes seres de la tercera y cuarta edad. Nos estamos haciendo viejos, cada vez más, y lo que es peor, cada vez vivimos más años sin que haya savia nueva que nos sustente. Sin que haya ilusión ni ganas, ni posibilidades de que nazcan niños, de que nuestros jóvenes se asienten en la región para lograr que esta florezca de nuevo con su impulso. No es ninguna leyenda urbana de que se estén yendo, como dos de mis tres hijos, allende nuestra frontera para buscarse una vida que aquí no podían conseguir.

Se están yendo todos poco a poco, porque estamos olvidados de la mano de Dios. No es de ahora. Ha sido durante años y años. Cada vez más apartados, máss solos, más olvidados por parte de ese gobierno central que parece gobernar para todos menos para nosotros, envueltos en una niebla gris, que como el tiempo, te cala hasta los huesos, te paraliza y humedece cualquier atisbo de esperanza. No hay vida, no hay gente joven que quiera formar una familia porque todo está en el aire. Estamos solos, siempre solos. Esperamos como agua de mayo el anuncio de unas vías que nos acerquen al resto del mundo, pero llevamos casi dos décadas y nadie hace ni dice nada. Da igual que lo anuncien en este Consejo o en otro, todo da igual. Estamos en campaña y, por lo tanto, ver para creer.

Seguimos incomunicados, aislados por tierra, mar y aire. Y poco a poco, todo se va cerrando. Se acaba la mina, se cierran los comercios, los parques se llenan de ancianos sentados al sol, ese que hasta el tiempo nos escatima? Y los gritos infantiles quedan ahogados por las conversaciones de consultorio de salud, de achaques y batallitas de otro tiempo, cuando Asturias era diferente. Ahora pasear por Gijón se está convirtiendo en una especie de senda ruinosa: locales vacíos, abandonados años y años, que puedes llegar a contar por decenas en una sola calle, aquella que en otros tiempos, ya muy lejanos, era quizás una de las calles más concurridas y comerciales. Sí, todos estamos envejeciendo, y nuestros jóvenes no pueden permitirse el lujo de tener más de un hijo porque no existe la seguridad de poder darles ni siquiera una educación adecuada, porque los sueldos bajan y los precios suben. Porque en época de bonanza les hemos acostumbrado a tener de todo y no se conforman con no tener nada.

Hemos pasado por muchas crisis, pero éramos jóvenes (recuerdo la del 80) y teníamos la vida entera para luchar por los hijos que soñábamos, que llegarían porque estábamos seguros de poder con eso y con todo. Hoy no hay sueños, no hay nada. El dato de ostentar el título de ser la región con la peor caída demográfica de España solo confirma lo que todos ya sabemos: que Asturias, esa que tanto amamos, se está muriendo. Así de simple y así de duro.

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