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Franciscanos que impulsaron la Pasión

Una comunidad religiosa que funda en 1673 en Gijón una orden de penitencia vinculada a la Semana Santa local

En el contexto del inicio de esta Semana Santa de 2019, teniendo muy presentes las palabras que pronuncié en el Pregón de este año en la Semana Santa de Grado, quiero reflexionar desde un punto de vista histórico y desde el sentir franciscano sobre la vinculación de las órdenes religiosas y la religiosidad popular en Gijón.

Llevo varios años encargándome de reflexionar en sendos artículos y tribunas de LA NUEVA ESPAÑA la realidad del fenómeno cofrade y de la celebración de la Semana Santa a lo largo de la historia en Asturias y en Gijón. Además, dirigí el I Ciclo de Conferencias Religiosidad Popular y Órdenes Religiosas en Asturias (siglo XVI al XX) organizado por la Ilustre Hermandad de la Santa Vera Cruz de Gijón y he publicado dos libros sobre la Historia del fenómeno cofrade y de la Semana Santa de Gijón.

Éste conocimiento sobre la religiosidad popular (en la que se inscribe el fenómeno cofrade) me ha llevado a comprobar la vinculación que ha tenido con ciertas órdenes religiosas, especialmente las mendicantes. Éstas órdenes fueron muy conscientes de la importancia que tenía participar en las prácticas de piedad comunitarias y en los movimientos asociativos cristianos como una forma de estar más presentes en la sociedad, además de ser un marco idóneo para catequizar a la población. Las órdenes religiosas, ya sean monásticas o mendicantes, van a poner mucho interés en estar presentes en todo el territorio. En este sentido, intentarán establecer sus comunidades en diversas ciudades, villas y pueblos, en la que consideran importante tener presencia.

Respecto a esta cuestión de la importancia de la religiosidad popular, su plasmación en las celebraciones de Semana Santa y el interés de las órdenes religiosas en expandir su presencia tenemos un excelente ejemplo en el caso de nuestra villa de Gijón. Estoy seguro de que lo que les contaré, a continuación, será desconocido y sorprendente para buena parte de ustedes.

Desde el siglo XVI se observa el crecimiento de Gijón como villa marinera, a pesar de que por aquella época su población era modesta. Su territorio se circunscribía, aproximadamente al barrio de Cimavilla y contaba con una única iglesia parroquial, la de San Pedro Apóstol. Buena parte de los habitantes de esta villa costera eran gentes dedicadas al mar.

No era normal que una villa de sus características no contase, a la altura del siglo XVII, con ninguna comunidad religiosa. Debemos tener presentes que en los siglos de la Edad Moderna que una villa o ciudad contase con la presencia de una orden religiosa y con un monasterio o convento era un síntoma de su desarrollo e importancia.

Varias órdenes religiosas intentarán establecerse en la villa de Gijón sin éxito, en dicho siglo. Así los frailes mercedarios intentan en tres ocasiones fundar un convento (1627, 1639 y 1664), los frailes franciscanos en dos ocasiones (1648 y 1660) y los jesuitas y los carmelitas descalzos en una ocasión.

En concreto, será el empeño de los frailes franciscanos el que lleve a fundar el 31 de enero del año 1673 la Venerable Orden Tercera de Penitencia de San Francisco de Asís, en la villa de Gijón. fray Francisco Fernández, del convento de San Francisco de Avilés, será el encargado de la fundación de esta comunidad de franciscanos terciarios. Arraigará fuertemente en Gijón, contando con la presencia en su seno de todos los sectores de la sociedad local y llegará con vida (después de varios periodos críticos, como el de la Guerra Civil española) a la actualidad.

Debemos recordar, que el fundador de la referida orden religiosa (San Francisco de Asís) fue un gran y ferviente devoto de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo (en la que hunde sus raíces las celebraciones de Semana Santa, con tantas y solemnes procesiones así como la institución de las cofradías penitenciales desde finales de la Edad Media) que representa la Misericordia y la Caridad de Dios con todos los hombres.

Desde su establecimiento en Gijón, fomentará e impulsará la devoción a la Pasión de Nuestro Señor y al seguimiento del Evangelio como norma de vida. Confundida, en ocasiones, con una cofradía por la tradición de la celebración en su seno de alguna procesión propia (en diferentes momentos del año litúrgico) como la de San Francisco o la del Cordón, supo mantener viva la llama del fervor evangélico y penitencial, que tan intensamente se vive en la Semana Santa y que para los terciarios franciscanos su seguimiento se extendía durante todo el año. Por ejemplo, no podían entrar en tabernas, debían llevar una vida sencilla y debían ser un ejemplo de costumbres, contando con un hábito propio.

Para los terciarios franciscanos del ayer y los franciscanos seglares de hoy ese seguimiento del Evangelio y la veneración de los pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo es parte de su identidad.

La Venerable Orden Tercera, actualmente denominada Orden Franciscana Seglar, en ningún momento de sus 346 años de historia en su comunidad terciaria o fraternidad de Gijón ha quedado sin actividad. Una larga lista de hermanos a lo largo de los siglos la ha mantenido con vida, siendo un ejemplo en la sociedad del mensaje que Cristo envió a San Francisco de Asís: "Francisco repara mi Iglesia". Ayudar a reconstruir la Iglesia y llevar el mensaje evangélico a la sociedad secular ha sido y es su gran fin.

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