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El insustituible papel de las bibliotecas públicas

Unos equipamientos municipales que necesitan mayor dotación presupuestaria y reconocimiento por la labor que desempeñan

El mejor termómetro para medir la salud cultural de una comunidad son sus servicios públicos de lectura, es decir, sus bibliotecas. La atención o desatención que se les presta desde las administraciones competentes es un indicador infalible acerca del compromiso real que tienen con la cultura. Y eso porque la biblioteca pública es la institución más democrática, inclusiva y solidaria que se ha inventado. Fue concebida para ofrecer a la ciudadanía, abiertamente y sin ninguna clase de discriminación por causas sociales, económicas, étnicas o culturales, recursos informativos y proporcionarle servicios de instrucción y mejora personal en actividades intelectuales, de entretenimiento y ocio. Como marcan las directrices IFLA/Unesco, su misión última es jugar un papel en el progreso y el mantenimiento de una sociedad democrática al poner al alcance de la ciudadanía la mayor cantidad posible de conocimientos, ideas y opiniones.

A principio de los años ochenta, los primeros ayuntamientos democráticos se esforzaban en dar respuesta a numerosas demandas sociales, reflejo de las grandes carencias que acuciaban por entonces a la gente de los pueblos, villas y ciudades de Asturias y de toda España. Era perentorio abrir nuevas vías de participación y afrontar tareas urgentes como adecentar e iluminar calles, abrir parques, construir ambulatorios, polideportivos, centros educativos? Entre aquellas exigencias iniciales, lideradas siempre por las asociaciones vecinales, nunca faltaba la solicitud de una biblioteca para el barrio. Traslucía esa petición un concepto de la cultura como componente fundamental en la formación y desarrollo de la personalidad, así como el entendimiento de que toda sociedad mínimamente desarrollada tenía la obligación de proporcionar, al mismo nivel que otros servicios elementales como la sanidad, la enseñanza o la seguridad, el servicio de biblioteca pública.

La asunción de esos puntos de vista por parte de las corporaciones de izquierda que gobernaron el Ayuntamiento de Gijón en sucesivas legislaturas tuvo como resultado el desarrollo de una extensa red de bibliotecas públicas de proximidad en los diferentes barrios de la ciudad. Las infraestructuras y dotación de personal fueron mejorándose a lo largo del tiempo hasta el punto de convertirlas en una referencia a nivel nacional, especialmente cuando, desde los años noventa, las bibliotecas de distrito fueron incorporándose a los modernos Centros Municipales Integrados. A pesar de todo, estábamos aún muy lejos de los estándares -equipamiento, ratios de libro por habitante?- de los países más desarrollados de nuestro entorno. Se necesitaba un esfuerzo sostenido durante varias décadas para aproximarnos a ellos.

Claves en la aceptación que siempre tuvieron entre la ciudadanía las bibliotecas públicas municipales fueron la implicación del personal bibliotecario y el mantenimiento por parte de la Fundación Municipal de Cultura de un compromiso presupuestario específicamente destinado a la adquisición de novedades, lo que permitía que semanalmente se enviaran lotes de libros nuevos a las once bibliotecas de la Red y a la Biblioteca del Paciente del Hospital de Cabueñes. Lamentablemente, desde 2008, como consecuencia de los recortes derivados de la crisis económica y sobre todo de la increíblemente menguante aportación de las dos corporaciones de derechas que gobernaron desde entonces el Ayuntamiento de Xixón, las bibliotecas públicas han ido perdiendo su capacidad de actualización, hasta el punto de de que pasaron el último año completo sin recibir aporte alguno de novedades bibliográficas. Y ello en un periodo de fuerte crisis socioeconómica, cuando más necesario habría sido fortalecerlas por su condición de refugio (no solo metafórico) y por su papel reequilibrador de desigualdades sociales que pese a todo siguen desempeñando.

En este Día del Libro podríamos hacerrnos algunas preguntas más de tono decididamente elegíaco: ¿Por qué se abandonó completamente el pacto ciudadano Xixón por la Lectura? ¿Qué se hizo de la adquisición de libros con destino a las bibliotecas escolares de Xixón? ¿Por qué en la última licitación de compras se optó por la fórmula que más perjudicaba al sector librero local? ¿Cómo es posible que se sigan poniendo absurdas trabas administrativas para la venta de libros en las presentaciones que organizan las asociaciones culturales en espacios municipales? Pero lo que preferimos hoy es reivindicar la capital importancia de las bibliotecas públicas, subrayar la necesidad de resituarlas en el centro de la acción política en materia de cultura, de reconocerles el papel fundamental que desempeñan, de dotarlas presupuestariamente como se merece la ciudadanía de Xixón. Algo que deberá incluir en su agenda de prioridades la nueva corporación que salga de las urnas el 26M. Si la lectura es la llave del conocimiento, la biblioteca tiene que ser su puerta, siempre abierta.

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