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Guerra al plástico

Los contenedores de Langreo y el afán de la UE por acabar con un producto que contamina si se quema y llena los mares

La sociedad europea ha declarado la guerra al plástico. Yo también. Mi lucha empieza en el supermercado, pero, aunque lo intento, no hay manera. Mi papelera para plásticos cada vez se llena antes y cada vez me doy cuenta de que no solo tengo más papeleras individualizadas -cartón y papel, orgánicos, vidrios, plásticos-, sino que genero más desperdicios, más de todo. Me río de los problemas de espacio de Cogersa en Serín. No tengo espacio en la cocina con tantos recipientes de basura.

Si vives en Llangréu lo tienes aún más difícil. El alcalde ha puesto unos contenedores que para meter la basura tienes que tener un talento especial. Los niños y los ancianos no pueden bajar la basura porque son muy complicados de abrir. Tan ecologista y moderno quería ser que hay más basura que nunca fuera del moderno recipiente, por cierto, de plástico.

La UE quiere acabar con el plástico y eliminar cubiertos, vasos, platos, bastoncillos de algodón, envases de poliestireno expandido como los utilizados en las cajas de comida rápida, recipientes para bebidas, vasos, palitos de globos o que remueven las bebidas calientes; entonces me acuerdo de las pequeñas empresas de locales, que tendrán que evolucionar para no desaparecer; alguna de Xixón, en La Perchera siempre hubo una. Sin duda, esto germinará en nuevas empresas que comercializarán las alternativas a estos productos y las políticas que ahora nos parecen estúpidas al no ser globales influirán en los fabricantes del resto del planeta, condicionados si quieren acceder a nuestro mercado.

Sin duda, Europa quiere poner freno a la presencia de los plásticos, que acaban contaminando el aire con su quema o en los mares, llegando a nosotros a través de la cadena alimenticia. Una guerra al plástico que deja de lado la investigación y la transformación del plástico en petróleo. Un proyecto que a priori mitigaría la contaminación por plástico del planeta, reduciría el consumo de combustibles fósiles y crearía riqueza, una idea desarrollada de esas que hay por ahí y que los dueños del dinero no deben de ver bien.

Esperemos que la apuesta europea sea un éxito y su globalización se vea de veras. Buena falta nos hace.

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