Todo en el Real Grupo de Cultura Covadonga es a lo grande, como corresponde a las dimensiones sociales y deportivas de una entidad que ensancha el nombre de Gijón desde hace décadas y que presta unos servicios envidiables a sus más de 38.000 socios. Por eso, también es enorme la responsabilidad de Antonio Corripio, reelegido presidente hace menos de dos semanas, tras una holgada victoria en las urnas. El mandatario tiene por delante cuatro años claves a nivel interno, en los que, por ejemplo, deberá fijar los usos de la finca "La Torriente", que ha costado la friolera de 1,3 millones de euros. Pero también se enfrentará a importantes asuntos externos, como la crisis del anillo navegable. Para ello, tendrá que hacerse escuchar sin caer en la tentación de arrogarse una representatividad que exceda los límites de un club. La búsqueda de ese equilibrio será determinante en su gestión.
