Siempre hay excepciones para confirmar cualquier regla. En Gijón, la regla durante estos largos días de confinamiento son las decenas de miles de ciudadanos que cumplen a rajatabla las directrices gubernamentales, es decir, la inmensa mayoría que solo sale de casa para lo estrictamente imprescindible: comprar productos de primera necesidad, visitar la farmacia o, dado el caso, ir a trabajar (inclúyanse también los dueños de perros que tienen que sacar de paseo al animal). Y la excepción es un puñado de mentes laxas que o bien no han interiorizado aún la magnitud del reto o tienen un concepto peculiar de la rebeldía, rayano con alguna patología. Contra este grupo residual pero problemático, los cuerpos de seguridad han incrementado en las últimas horas los controles, hasta el punto de que la Policía Local batió el domingo su récord de multas (104). Que todo siga igual: los responsables perseverando, y los otros, pagando.
