Denuncian los responsables municipales de la limpieza, con la Alcaldesa al frente, que algunos ciudadanos con perro han confinado los buenos hábitos con motivo del estado de alarma, por lo que ya no recogen las deposiciones de sus mascotas, aprovechando que las calles podrían confundirse con el decorado de una película del Lejano Oeste si hubiera algún estepicursor dando vueltas. Son una minoría, pero lo suficientemente numerosa para que haya que recorrer determinados tramos de acera a saltos. Esta actitud poco cívica, que estaba prácticamente arrinconada desde hace años, no solo es una falta de respeto a los peatones que tienen que desplazarse por causas de fuerza mayor, sino que atenta contra principios básicos de la convivencia en el espacio público, que sigue siendo de todos, incluso de quienes no lo utilizan. Que las vías gijonesas estén vacías en busca de un bien superior no las convierte en estercoleros.