El Sporting le ha hecho un buen regate en corto a la incertidumbre que atraviesa el fútbol profesional por el parón del coronavirus. La reducción salarial consensuada entre el consejo de administración, la plantilla del primer equipo y el director deportivo, que será mayor o menor en función de si la competición se reanuda con público o sin él (lo más probable) o directamente se cancela, evita males mayores para el resto de los casi 300 empleados del club. El acuerdo trasluce además que hay sintonía entre la directiva y los jugadores. Y evidencia que la entidad goza de una aceptable salud financiera en comparación con otras, motivo por el que ha podido eludir medidas más drásticas. Pero el futuro para todos los participantes en la Liga seguirá siendo oscuro mientras no se aclaren el calendario y las condiciones para disputar los partidos de esta temporada rota por la mitad. Sobre la próxima campaña y su planificación, mejor ni hablar.
