El primer verano gijonés tras la llegada del coronavirus va cogiendo cuerpo. Incrustada la Semana Negra en el Antiguo Instituto, sometida a controles de aforo la Feria de Muestras, cancelados los toros y rebajado el Hípico a un formato reducido en el Chas, el resto de "clásicos" buscan contra reloj fórmulas que les permitan sobrevivir. Los organizadores de Metrópoli son los que tienen un plan más avanzado, tal y como contaron ayer los asistentes a una reunión organizada en el Ayuntamiento para perfilar el calendario. Tras renunciar a ocupar el recinto Luis Adaro con grandes conciertos en el límite entre junio y julio, ahora pretenden impulsar pequeñas actuaciones en diferentes ubicaciones a lo largo y ancho del estío, un modelo ya ensayado en la versión invernal del festival. Pero la gran incógnita, tras quedar descartados los drones, es qué va a pasar con la Noche de los Fuegos, que este año no hará honor a su nombre. Buena parte del éxito de la nueva programación dependerá de esa cita.
