Por si había dudas, los concejales Aurelio Martín y Olmo Ron se encargaron ayer de dejar claro que Gijón afronta un plan para arrinconar al coche sin parangón porque no solo afectará a vías pequeñas o medianas, como ha ocurrido con las sucesivas peatonalizaciones, totales o parciales, desde los noventa que han llevado a cabo diferentes gobiernos en la Ruta de los Vinos, Cimadevilla, el barrio del Carmen, Covadonga, Asturias, la plaza del Marqués, La Merced y Aguado, por citar solo algunos ejemplos. Esta vez, el afán por dotar de mayor protagonismo al paseante tendrá incidencia en grandes ejes. La transformación se vende de momento como provisional, aunque a nadie se le escapa que la mayoría de las medidas, si no todas, han llegado para quedarse. La gran incógnita es saber qué pasará con el Muro. ¿Serán relegados para siempre los vehículos a motor a un único carril? Tras décadas de debates, con propuestas como aquella de soterrar el tráfico rodado en Rufo García Rendueles, esta decisión se antoja tan complicada como histórica.
