A la contaminación del Piles la van a ir a buscar hasta la unión de los arroyos del Meredal y Llantones, que es donde adquiere su nombre el río, popular mucho más allá de Gijón porque desemboca en la playa de San Lorenzo después de dejar a un lado El Molinón y al otro el recinto ferial, y no precisamente ni por su longitud ni por su caudal. El anuncio de que el gobierno local inspeccionará también las ganaderías y el resto de instalaciones de la zona rural situadas junto a la ribera deja clara su intención de combatir hasta la última gota de vertido ilegal, tras décadas de vergonzante consentimiento. Pero también abre la puerta a castigar a pequeños empresarios o vecinos que viven de sí mismos y no disponen de desbordantes recursos para poner al día el saneamiento. Seguro que el valiente y necesario control se podrá combinar con una sana paciencia administrativa para que nadie se ahogue en un torrente de sanciones.
