Leo con sorpresa, que da paso casi a indignación, que las comunidades autónomas de Madrid y de Cataluña van a recibir el 50% de los fondos destinados por el Gobierno a "compensar" por los gastos ocasionados por la pandemia del covid-19. Recuerden que ambas comunidades albergan al 30% de la población, por lo que el resto ya están siendo perjudicadas.
Pero si analizamos otros números, el agravio comparativo es aún más evidente:
Dos de las regiones más pobres, superando claramente a dos de las tres más ricas. Pero que incluso Asturias y Extremadura compitan con el País Vasco en gasto sanitario es sorprendente, dado el nivel de riqueza muy superior de la Comunidad Autónoma vasca. Me curo en salud, disculpen el sarcasmo, y le digo a la señora Ayuso (porque lo argumentará) que añadiendo las ayudas de Madrid a la Sanidad Privada, tampoco alcanza a Extremadura ni, desde luego, a Asturias.
Los muertos por la pandemia ya no necesitan ayuda económica. La hubieran necesitado durante los años en los que los Esperanza Aguirre, Jordi Pujol, Felipe González y un largo etcétera prefirieron favorecer a sus "amigos", a sus partidos y a ellos mismos, más que a la salud colectiva de sus conciudadanos. ¿Son Extremadura y Asturias ejemplares? Sí, en comparación al desastre madrileño y catalán. Y que ahora el Gobierno decida ayudar más a las cigarras ricas que a las hormigas trabajadoras y pobres no se entiende. Ojalá los presidentes autonómicos sepan y puedan presionar al Gobierno para que cambien decisivamente de destino los recursos habilitados para luchar contra la pandemia. Lo merecen quienes más hicieron previamente para estar un poco preparados ante la tragedia del covid-19 y no los que, contando con muchos más recursos, prefirieron los fuegos artificiales al trabajo serio.
