A los hosteleros gijoneses los problemas en este año para el olvido les llegan por tierra, mar y aire. Por los suelos anda la recaudación de muchos locales debido a las restricciones horarias y el control de aforos que ha impuesto el Principado a cuenta del coronavirus, el enemigo que flota permanentemente en una enrarecida atmósfera. Y del cielo, con origen en el Cantábrico, no paran de caer en picado gaviotas que han convertido en deporte de alto riesgo pasar la tarde en una terraza. Tan grande es la plaga casi bíblica de estas aves especializadas en arrebatar pinchos de tortilla al vuelo, que la última campaña de control del Ayuntamiento ha batido el récord en retirada de nidos y huevos. Queda claro que las desgracias nunca vienen solas.
