Es difícil entender por qué partidos de todas las ideologías se abandonan a la suerte de largas gestoras cada vez que entran en crisis cuando es norma conocida que estos instrumentos cargados por el diablo, lejos de liderar y pacificar, conducen a menudo a callejones sin salida. Así que los militantes gijoneses de Podemos pueden estar contentos con el proceso de primarias que se acaba de abrir en su seno para poner fin a más de un año de interinidad, que ha dejado a sus concejales huérfanos en el Ayuntamiento, y a la formación, que siempre se ha puesto a sí misma como ejemplo de participación, en coma. Cierto es que la elección de un nuevo líder local puede desembocar en otra guerra de consecuencias imprevisibles. Pero siempre será mejor la democracia interna y la negociación forzosa que la inexistencia.
