Que Podemos había elevado el listón de sus exigencias con la llegada de Laura Tuero a la portavocía municipal y que no va a apoyar unas ordenanzas fiscales que eliminen el "IBI para ricos" a cambio de nada era algo sabido y comentado hasta la saciedad. Sorprende por tanto que el gobierno local llegara ayer a la decisiva reunión para dar forma a los impuestos del año que viene sin un socio claro, exponiéndose al revolcón que finalmente se llevó. Una actitud temeraria cuando no se tiene mayoría absoluta y que se está convirtiendo en costumbre de un tiempo a esta parte (ocurrió sin ir más lejos en el último patronato de la Fundación de Servicios Sociales, cuando salvó in extremis el nuevo contrato de ayuda a domicilio debido a una marciana abstención de Vox). Tal parece que algunos concejales que mandan no hacen sus deberes negociadores y lo fían todo a la diosa fortuna, como el estudiante que afronta un examen con el temario a medio leer.
