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Mujeres

China, a la carrera

La doctora Wei se hace inyectar su vacuna.

China tiene en ensayo una posible vacuna contra el COVID-19. Esa noticia cierta, que corre por las redes sociales exagerada, anunciando que el remedio a la enfermedad ya esta aquí, tiene protagonista femenina, la epidemióloga y general -o generala- del Ejército chino Chen Wei.

Wei es una mujer de mediana edad, brillante y en el mejor momento de su carrera. Nació en 1966 en una ciudad pequeña, Lanxi, en la provincia china de Zhejiang. Estudio Química y se graduó en 1988. Al acabar contrajo matrimonio con un colega de profesión, químico como ella. Es miembro del Partido Comunista del Pueblo, se incorporó al Ejército Popular de Liberación e ingresó en la Academia de Ciencias Médicas Militares. Ascendió hasta alcanzar el rango de general, que es el que ostenta hoy en día.

La viróloga china ya tuvo un papel sobresaliente en crisis sanitarias anteriores, como las epidemias de SARS, el síndrome respiratorio agudo que produce otro coronavirus, y de ébola.

Chen Wei se retrataba hace unos días dejándose inyectar la vacuna que ella misma ha diseñado para combatir el coronavirus, y como ella los investigadores con los que permanece enclaustrada en Wuhan, la ciudad donde apareció el primer foco infeccioso. Esas imágenes fueron difundidas a través de la red social china Wibo, en un gesto propagandístico que desde Occidente resulta extemporáneo. No pasó mucho tiempo antes de que fueran retiradas.

De la señora Wei se diría que es un prototipo de feminidad fabricado por el régimen chino: fuerte, competente, leal, madre y esposa, toda una patriota.

El régimen de Pekín se ha encargado de divulgar cómo su marido, que trabaja en unas bodegas vinícolas, se ocupó durante todos estos años, mientras Chen Wei investigaba e intervenía en emergencias sanitarias internacionales, del cuidado de su único hijo y de la casa, liberándola de esas tareas menores.

China ha elegido una mujer para la gran carrera por la consecución de la vacuna en la que compite con Estados Unidos. De la crisis sanitaria que se inició en Wuhan y que trascendió el pasado mes de enero, el país ha salido fortalecido, en una demostración de potencia social y tecnológica. Los instrumentos del Estado para movilizar todos esos recursos ya son otro cantar. Del respeto a la libertad individual y a la intimidad mejor no hablar.

Chen Wei es la imagen con la que China se proyecta al mundo en medio de una pandemia que brotó en su suelo y que desde allí se ha expandido por todo el mundo, pero no es representativa de la mujer china. "The New York Times" contaba el año pasado, en un reportaje firmado por la periodista Amy Qin, que en aquel país las mujeres son presionadas para dejar sus empleos y retornar al hogar y a la maternidad. Las empresas exigen a sus trabajadoras que firmen contratos en los que se comprometen a quedarse embarazadas durante cierto periodo de tiempo y mientras, desde el Gobierno, el presidente Xi Jinping, impulsa el retorno de las mujeres al ámbito doméstico. La patria, envejecida por la política del hijo único, necesita niños y las hembras deben ponerse a su servicio produciendo nuevos y obedientes ciudadanos.

Pekín coloca a la epidemióloga chen wei al frente de la investigación de la vacuna contra el coronavirus mientras anima al resto de sus ciudadanas a dedicarse al hogar y la maternidad

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