El covid-19 traerá consigo una pobreza que asomará en otoño, cuando acaben los expedientes de regulación temporal de empleo y algunas coberturas de paro y también cuando empresas, tiendas y bares detecten cuál es la solvencia de sus clientes y el consumo real después de un tiempo en la que se llama "la nueva normalidad".

Pese a las coberturas especiales decretadas para paliar las consecuencias económicas que provocó el estado de alarma y sus fases de detención de la actividad empresarial, han llegado a la asistencia social casos y apuros hasta ahora desconocidos, como algún pequeño empresario con su negocio, su vivienda, su coche, sus bienes, sus ahorros agotados y necesitado de ayuda de alimentos. Los Servicios Sociales están cubriendo necesidades inmediatas de personas en expediente de regulación temporal de empleo por el retraso en pagarlo.

Los apuros económicos pueden quedar reducidos a un periodo corto de necesidad o cronificar en pobreza. Estas son algunas historias de personas en apuros.

GABRIELA

"Llevo 20 años trabajando en España y es la primera vez que necesito ayuda"

Gabriela es brasileña. Tiene 42 años, lleva 20 en España; 18 en Oviedo y 15 con papeles. Ha trabajado continuamente: pintado viviendas, cuidado mayores, limpiado casas, hecho chollos? la mayor parte del tiempo ha trabajado en hostelería. Solo tiene 5 años cotizados. Gabriela es un nombre supuesto.

El 13 de marzo era camarera en una cafetería del centro de Oviedo. Llevaba diez días de alta, aunque trabajaba desde unas semanas antes. Venía de unos meses sin contrato en una cafetería de Buenavista.

-El dueño me dijo que no podía aguantarme los dos días que me faltaban para hacer 15 y tener derecho a paro. Si no fuera por las excepciones del covid-19, no cobraría paro. Cobro seiscientos y algo euros al mes. Hasta julio. Fundación Albéniz ha solicitado el salario social para mí. He solicitado la ayuda al alquiler de abril a septiembre, que se ingresa en la cuenta del propietario. Es la primera ayuda que cobro desde que llegué a España. Fui a la asistencia social en otras ocasiones, pero cuando lograba la prestación siempre me salía trabajo.

Paga 400 euros de alquiler.

-Llevo un año en la casa y el casero, un particular, se ha portado bien.

Gasta cien euros más en luz, agua y teléfono.

Le quedan ciento y pico euros para comer. Recibe ayuda de asistencia social.

En la crisis anterior, ella y sus dos hermanas tenían negocio propio.

-Un bar en La Corredoria. Con la crisis pasamos de vender 32 cajas de Mahou a la semana a no llegar a 10. No pudimos seguir.

Hace cursos online de gestión de negocio y de mejora de las capacidades con Fundación Mujeres, con los que intenta salir de la hostelería.

-He entrado en "la edad de los leprosos", de 35 a 45 años, porque nadie te quiere. Prefieren una chica de 20 años, aunque no sepa poner un café. Cobraba 650 euros, muy poco. Menos de 900 está muy mal pagado. De joven la hostelería es maravillosa, luego te quedas por necesidad. Tuve muchas malas experiencias. Desde una herida con un plato que me echaron por ir al médico, hasta acoso laboral, sexual, abuso de jefes? He trabajado 15 horas cobrando media jornada? Mis hermanas también salieron de la hostelería.

-Quiero pasar a la limpieza y hasta para limpiar te piden cursos.

Vive sola. Su hija de 22 años está independizada. Trabaja de niñera. Quedó sin trabajo porque su jefa es china y estaba en su país cuando empezó la pandemia. Aún no ha vuelto.

Está en fase muy espiritual.

-Soy cristiana y quiero una relación directa con Jesús.

Algún hermano de su Iglesia le ha ayudado.

-Vine para estar poco tiempo en España. Los sueños pasan. Pensé en volver a Brasil, pero mi hija no quiere. El covid enseña que no puedes hacer planes y que no se ve el futuro.

ALBERTO PERERA

"Duermo mal porque nunca estuve empufado"

Alberto David Perera Pascual (Pola de Lena, 1976), era encofrador y escapó de la crisis de la construcción hace 10 años por el pádel, un deporte del que es pionero en la cuenca del Caudal. Astur Pádel Lena, tres pistas en una nave industrial en el polígono de Masgaín, está recién reabierto con nervios, gel al entrar, sillas a dos metros, vestuarios cerrados, sin duchas y más limpieza que antes.

El parón de la declaración del estado de alarma dejó a Perera sin ingresos y con una larga serie de gastos fijos en torno a los 3.000 euros.

Alquiler de la nave, 1.500 euros.

Cuota de autónomos, 282 euros.

Préstamo para el traspaso, 300 euros.

Gastos de luz y agua, 400 euros.

220 euros de salario más 80 de Seguridad Social para su hermano, por trabajar 3 horas los sábados y 3 los domingos.

Pago hipoteca de la vivienda familiar, 320 euros.

Asesoría, 45 euros.

Eso es al margen de los gastos de la familia, su mujer -que trabaja de auxiliar de geriatría- y dos hijos de 17 y de 8 años.

¿Cómo se arregló?

-En abril cobré el cese de actividad, 47 días, "el paro de los autónomos", 1.000 euros. Tardaron en pagármelo y en abril me pasaron el recibo: 282 euros. Tenía ahorrados 5.000 que se fueron casi el primer mes. El dueño de la nave me perdonó la mitad, que prorratearé y pagaré al mes.

Su mujer, Ángela, 39 años, en paro desde febrero, encontró trabajo en Oviedo en un geriátrico en abril. Su salario -1.100 euros, menos el gasto de gasóleo- entró en mayo.

-Llegué a tener un negativo de 1.200 euros. Tuve que tirar de mis padres -él está jubilado de la mina- y pagar con una tarjeta de crédito.

Aunque su hijo y él son asmáticos -y por tanto de riesgo- las noches de mal sueño fueron por culpa del dinero.

-Nunca estuve empufado.

Su hermano y él entraron en el mundo empresarial con un club de pádel en Benavente (Zamora).

-Nos fue bien, pero la familia estaba aquí... Yo estaba de martes a viernes y mi hermano de viernes a martes. Salió una posibilidad de traspasar y volví, de monitor de pádel durante 11 meses. El dueño quería dejarlo y cogí el traspaso.

Tiene miedo al futuro.

-Tuve que endeudarme, pedir un préstamo ICO, de interés bajo, pero que se devuelve. Pedí 8.000 euros y eso significará 142 euros más de gastos. Debo el trimestre del IVA, que está aplazado, pero hay que pagarlo. Aún duermo muy mal, aunque desde que abrí viene más gente, por ERTE o por paro. Si no rebrota, el verano me va a beneficiar, porque la gente no marchará tanto.

Abre por la tarde, de 16.30 a 12 de la noche, en franjas de hora y media, las tres pistas, para cuatro personas. Por la mañana, bajo reserva. Tiene en torno al 50 % de ocupación. En la Cuenca hay pistas a 11 minutos en coche en cualquier dirección. Dice que le deja 1.200 euros para llevar a casa al mes.

-Antes del covid era muy feliz, trabajaba al lado de casa, ganaba para vivir, hacía lo que me gusta. Seguiré igual, un poco más afogáu al mes.

FLORENTINO

MENÉNDEZ

"La cola de la Cocina Económica de Oviedo viene de la crisis anterior"

La cola de la Cocina Económica en Oviedo se ha hecho larga porque ya no se come en el interior y porque hay que guardar la distancia. Florentino Menéndez, cocinero de este comedor social, explica:

-Atendemos a cerca de 300 personas en total. Muchos vienen perjudicados desde la crisis anterior, hace 10 años. Lo nuevo es que antes venían a veces y ahora lo hacen todos los días. Estamos dando unas 100 comidas más que antes del estado de alarma.

En una mañana de sol de mediados de mayo se ven ejemplos de pobreza crónica, algunos de personas no integradas; otros porque dependen de pensiones que no llegan. A veces, también por salud. Es el caso del tinetense de 60 años, camisa blanca por fuera del pantalón azul, que espera con los brazos cruzados y las piernas abiertas.

-Trabajé en construcción y movimiento de tierras, tengo diabetes, insuficiencia renal, limitantes problemas de visión que no me permiten cocinar, cobro 700 euros de pensión, pago 400 por un apartamento en Salesas y no me llega.

Y el del parragués de 71 años que cobra 395 euros de una pensión no contributiva y lleva 30 años comiendo en la Cocina Económica.

Pero también aparecen personas en apuros por la pandemia como la ovetense de 55 años, pelo castaño recogido en cola, prenda de media manga color gris perla, vaqueros, zapatillas blancas, que viene desde que está de baja hace mes y pico.

-Me daba vergüenza, pero no me llega. De un mes para acá viene más gente. Se come bien.

Está sola. Desde los 18 a los 30 años estuvo empleada en la hostelería. Trabaja en una empresa de limpieza, pocas horas y gana quinientos y pico euros. En pagar el alquiler de una habitación en la calle Covadonga se van 300. Ahora va ir a otra habitación en Pumarín por 245 euros. Volverá a trabajar enseguida.

Florentino Menéndez detecta la pobreza nueva en la recogida de cajas de alimentos de las tardes.

-Estamos dando unas 160 cajas a la semana. La peor fue a mediados de abril, cuando alcanzamos las 369 cajas. Algunas de esas personas vienen de otras organizaciones asistenciales que dejaron de prestar servicio por el coronavirus.

C. M.

"Es duro, pero el cuerpo se acostum bra a todo"

C. M., ovetense, 41 años, era dependienta en una tienda de alimentación centrada en productos para turistas.

-El dueño me renovó el contrato el 19 de marzo y el 21 me despidió de manera improcedente. No me lo dijo, pero creo que lo hizo para que me quedara paro. Las tiendas de alimentación no podían hacer ERTE. Se portó muy bien.

Cobraba unos 800 euros. Cobrará 369 euros de paro hasta julio y luego pedirá ayuda familiar si no consigue un trabajo antes. Sus gastos fijos son la plaza de garaje y los 19 euros del teléfono móvil "porque hace falta internet para estar en todas las plataformas de empleo y para todo".

Se puso a trabajar en el sector de la alimentación cuando acabó la Secundaria. Tiene 16 años cotizados. Hasta este último trabajo llevaba 5 años en paro. Se separó en 2019 después de 16 años. Tiene un hijo de 13 años en custodia compartida. Ha vuelto a casa de su madre, con la que comparte los gastos de comida.

-Es duro, pero el cuerpo se acostumbra a lo bueno y a lo malo. La vida cambia de un momento para otro. Lo pasé muy mal con la separación, pero apliqué el "lo primero es el neno" y me llevo bien con su padre. Hace dos meses me tocó lo más duro del confinamiento y ahora estoy disfrutando de las primeras salidas. Tengo un carácter positivo.

BELÉN MURILLO

"El ingreso mínimo vital está colapsando las centralitas"

Los trabajadores sociales temen la avalancha que les viene porque arrastran retrasos en expedientes y carencias de personal desde la crisis de 2008 que hacen que la demora en la cita con el trabajador social esté entre los 20 días y un mes y que haya revisiones del salario social pendientes desde hace dos años.

Belén Murillo, presidenta del Colegio de Trabajo Social de Asturias prevé:

-Tendremos otro aumento de citas debido al ingreso mínimo vital (IMV). Hay muchas dudas relacionadas con el paso del salario social básico al IMV y están colapsando las centralitas. La Consejería debería habilitar urgentemente una oficina de información del IMV.