Hace tiempo que Avilés ha desbordado sus fronteras municipales y que tiene una identidad de comarca con lazos y capacidad tractora y difusora de usos tal vez más poderosa, a su escala, que las de Gijón y Oviedo. La tercera ciudad de Asturias contempla una oportunidad de clara vocación metropolitana cuando mira hacia las posibilidades de diversificación que ofrecen los espacios de las dos márgenes de la ría, la Isla de la Innovación, los terrenos liberados por las baterías de coque de Arcelor -alter ego avilesino de la fábrica de armas y el viejo HUCA en Oviedo, del "solarón" gijonés o de los activos ociosos de Hunosa en las comarcas mineras- o el centro Niemeyer como elemento clave de su aportación a una red de servicios en clave regional.

Entre los espacios de ganancia para el ciudadano que va a requerir la nueva normalidad urbanística reluce aquí el casco histórico y los grandes desafíos se concentran, a la vista de los expertos, en la transformación de los espacios amortizados en parques empresariales ligados a investigación y la innovación, en su complementariedad con el polo industrial y portuario de Gijón y en su conexión con las grandes infraestructuras de comunicación, sin olvidar una vez más la regeneración ambiental.

Ni tampoco, en este punto, el gran foco de la recuperación en los valles mineros, donde a los ojos de los especialistas en urbanismo y territorio urge el afianzamiento de nuevas actividades productivas. Con un cierto incremento de la urgencia, la asignatura pendiente vuelve a plantear aquí, además de la rehabilitación de zonas que coartan la calidad urbana, la nueva vida para una multitud de espacios vacíos o de recursos infrautilizados, heredados del próspero pasado industrial y minero, como la potencialidad del agua de mina para la geotermia.