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Psicóloga y logopeda

Encrucijada

La cooperación natural madre-hijo y las aspiraciones sociales de la mujer

El empujón, el que conduce a la pendiente de la pérdida de la autoestima, la casada lo recibe en el mismo hogar, del que ella es socio cofundador. En estos casos hay un marido desconsiderado, rudo y egocéntrico, incapaz de apreciar en su realidad y significado las atenciones y consideraciones que de ella recibe. Cabe la injusta mezquindad del marido para valorar la aportación de su socio en la sociedad matrimonial, la ingratitud de los hijos, quienes -muy posiblemente, por aprendizaje vicario- consideran obligadas las atenciones recibidas de la madre, sin corresponderle con el reconocimiento a sus desvelos. Cierto, son muchos los motivos que a una mujer, esposa y madre puede llevar a deslizarse en la pendiente de la pérdida de la autoestima inducida? Sí, muchos, tantos como mujeres caídas, derrotadas.

Esto, no ya en el orden de lo personal, sino social, ha llevado a las mujeres, sobre todo a las abanderas de la liberación femenina, a asumir la infravaloración de los cuidados de la familia y de las responsabilidades domésticas y desestimarlo como "un arte a través del cual le es posible iluminar y enriquecer las vidas" de los suyos. Desprestigiada esta labor, no sorprende que las mujeres occidentales defiendan la conveniencia de disfrutar de la "consideración y oportunidad para desarrollar sus capacidades", aquellas que el varón ha idealizado para sí. Paralelo a este fenómeno, es dado encontrar el elevado número de "casos fracasados en la vida", en quienes una mirada atenta descubrirá "que la madre no proporcionó al niño un favorable comienzo".

Es a la mujer a quien la naturaleza le ha asignado la gestación, el parto y la lactancia. Esta circunstancia natural marca el proceso de humanización del nuevo miembro. Esta relación "tan íntima y tan penetrante" es, de las influencias, la de mayor presencia en el desarrollo de la personalidad del individuo. En razón de la "cooperación" de la madre en la vida del niño y de conseguir que éste "coopere con ella", así será la conciencia y percepción que el niño adquirirá de otro ser humano que no sea él mismo. Pero, también, en la mayor o menor destreza e interés en "conseguir su afecto", así como en los cuidados dispensado, la madre conseguirá agradar o desagradarle y, consiguientemente, que "coopere o rechace la cooperación". Es la madre el primer mediador entre el egocentrismo propio del bebé y su incorporación a la vida social. En todas las actividades con el hijo, así como en el modo que éstas son llevadas a cabo, influirá sobremanera en el desarrollo y potenciación de las facultades del niño. En razón del mayor o menor interés en la colaboración, así será la posición que conceda al hijo al comienzo de la vida.

La valoración social de la función maternal, arriba aludida, ha hecho mella en muchas mujeres occidentales, quienes se juzgan a sí mismas en razón de este sentimiento social. Es un hecho que hay mujeres que bien se niegan a tener hijos, por considerar que éstos son una rémora a las aspiraciones personales más elevadas y así valoradas socialmente, bien niegan el tiempo de colaboración con el hijo -al ser dependiente de la madre- para, así, dedicarlo a la consecución de logros que demuestren "su superioridad personal" en el ruedo social.

En los casos de "niños difíciles" se advierte carencia en la cooperación materno-filial en la primera etapa de la infancia. De las circunstancias de un niño que se ha sentido como distracción o estorbo a las aspiraciones de éxito social de la madre no se puede inferir el fracaso en la vida como consecuencia necesaria, como si de una relación causa-efecto se tratara. No existe una conexión necesaria entre aquellas circunstancias vividas y el fracaso en la vida. El que se llegue a este extremo se debe no tanto a la experiencia vivida en sí como a "conclusiones que extrae de sus experiencias". Que no existe semejante relación causal lo ponen de manifiesto niños que han seguido adelante, sin que aquella experiencia temprana haya representado una rémora para llevar a cabo su proyecto personal de vida.

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