Uno puede ser monárquico o republicano, pero lo que está claro es que el marketing mueve este mundo. Cada año cuando se desvela el nombre del pueblo ejemplar, que este año ha recaído en Moal, en mi querido Occidente, pienso en que se acabó el pasar desapercibido. Es una de las pocas formas que tenemos los pueblos, nuestras costumbres y arraigos de ser tenidos en cuenta. Y cuando alguien viene y te dice que el trabajo está bien hecho te emocionas. Son los que viven en los pueblos quienes merecen todos y cada uno de esos reconocimientos que por desgracia deberían materializarse en ayudas a emprendedores, en mejoras de las comunicaciones y en buscar de verdad una salida al desarrollo rural. Vamos tarde. Y que conste que la actitud de los supervivientes rurales merece no uno, todos los premios. Enhorabuena, Moal. Ya estáis en el mapa.