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Con sabor a guindas

Ribadesella, un regalo de la Naturaleza

La belleza se hace arte en la Casa de Cultura

La exaltaron, en su cuerpo y alma, las documentadas palabras del escritor Toni Silva, la música del conjunto Corquiéu y las miradas en la fotografía de Pablo Casanueva y la pintura de José Zapico en el libro "Ribadesella en 4".

Les acompañaba, en la Casa de Cultura, Alejandro Criado, presidente de la Asociación Amigos de Ribadesella, donde los citados hicieron acertadas reflexiones sobre la villa: su Atalaya, pueblo, playa y gente que fueron perfectamente definidas sobre pasado y presente de este hermoso lugar.

Seguidamente, en la sala de exposiciones, pudimos contemplar las fotografías de Casanueva, ese joven que va camino de un gran futuro, donde la fidelidad de su obra encuentra esa barnizada soledad como nos muestra en esa conversación que una silla, en el mayor de los silencios, tiene con la noche riosellana. Sobre el resto de las paredes José Zapico nos deja la magnífica muestra de sus óleos.

A un lado, perfectamente logrados, de algunos de sus amigos riosellanos donde también aparece mi persona. Gratitud por su atención. Del otro, sus lienzos, con la maestría de su contenido, reflejan pasajes de la vida riosellana.

En lento recorrido voy admirando sus logros. Me detengo, largo rato, en "Amanecer en la Atalaya". Abro y cierro mis ojos, como guiño de faro vigilante que me orientan a una belleza desbordante. Observo que madrugó el artista para captar, con perfección total, unas aguas tranquilas, con brisas mañaneras de salitre y yodo, donde se refleja todo un combinado de mil colores, en la salida de un sol, cuando la noche se esconde, tierno y dulce, que despierta al alba.

En su "Miércoles" nos trae el mercado semanal en la vieja cale, bajo la mirada de las torres de la iglesia, donde su reloj marca las dos. Esa hora clave donde la gente se mezcla entre saludos y tratos. Es una preciosa estampa donde la tradición y las costumbres permanecen. Hay un primer plano de cajas repletas de frutas, de cosechas recientes, de perfección tanta, que apetece ser cogidas parra degustarlas.

En el "Muelle en bajamar" busca sus secretos escondidos, poniendo como fiel testigo a una barca que descansa de sus faenas pesqueras. Toca fondo, sólo la baña el mínimo de unas aguas, suficientes, para mirarse en ellas los edificios próximos y mostrarnos el reflejo de un alivio de paz y calma.

Aquel que nos anuncia "Desde la punta L'Pozu". Te llena, al contemplarlo, de un meditado y silencioso encanto. Apoyado, sobre su barandilla, un visitante, sin prisa alguna, queda sumido, sin dar tregua, a toda la belleza que se extiende a su vista: el mar, la playa, bahía, la grúa, el Sella, sus cuidados edificios, la cercanía de la sierra del Cuera y en las alturas la capilla de la Virgen marinera de Guía, cuidando, en oración y rezo, el horizonte infinito de sus aguas.

Me gustaría detenerme y comentarles algunas obras más, pero la medida de mi artículo tiene sus líneas. No obstante, quisiera decirles que el amigo Zapico, discípulo del recordado Bernardo Uría, siempre fue un hombre creativo y poniendo su imaginación para darle vida a todo aquello que a su paso sale. Hoy, en la madurez, sigue buscando la espiritualidad de ese alma de la que goza su bien lograda obra.

Ribadesella, como ven, es un regalo de la naturaleza. Toda su enorme belleza se enmarca, desde los inicios de los tiempos, en ese milagro y misterio de un paisaje que dejó su huella y que, progresivamente, fue moldeando su atractiva figura para convertirse, sin duda alguna, en uno de los más hermosos lugares del mundo.

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