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Con sabor a guindas

Cuando el recuerdo permanece

Ribadesella, de nuevo solidaria contra el cáncer

Pienso que ser solidarios es uno de los mejores regalos que la vida puede ofrecernos y cuando esa generosidad permanece el recuerdo se hace firme cimiento a través del tiempo como alivio de nuestro diario vivir.

Quisiera, por ello, detenerme un momento en el recuerdo, esa semilla y cosecha del sentimiento, dándole al paso del tiempo nueva vida. Cuántas risas y lágrimas hemos mezclado en la paz de esa añoranza y más cuando la edad ya es avanzada. Son como ecos de cánticos lejanos que se hacen presentes y que también sirven para buscar en el futuro amistad y afecto compartido al igual que lo hace esta asociación, que presidente Verónica y su junta directiva, para no olvidarse nunca de ofrecer solidaridad al cáncer.

Esa enfermedad que no debe darnos miedo. El diagnóstico precoz, la confianza en la medicina con sus adelantos, el cariño de la familia y amistades son, con la esperanza y la ilusión de seguir en la lucha, ingredientes necesarios que deben mentalizarnos para no considerar nunca la palabra cáncer como una batalla perdida, sino la que te lleve a la victoria y te haga crecer.

Les hablo con mi experiencia de haber vivido esos momentos y estar siempre dispuesto a lo que dicte la Providencia, la fe en la medicina, creer en el mañana para seguir disfrutando lo que la vida te ofrece. Es decir, pensar en la mejoría y dejar de ser frágiles. Éste es mi mensaje.

Ante ello, tenemos que prevenir, no lamentar, y combatir ese posible deterioro practicando nuestra actividad tanto física como mental. Leía, en estos días, una lección de ánimo que en un reportaje el cantante Pau Donés nos decía: en una reunión de enfermos de cáncer un amigo suyo ciego les anunció, con una amplia sonrisa, mirando al sol: "Os dais que cuenta que día hermoso hace hoy". Seguro que si estuviese frente al mar añadiría, y qué contento me hace recibir la brisa de este azul divino.

Es, sin duda, una muy hermosa metáfora, llena de una esperanzadora realidad, para definirnos como se debe convivir cuando la enfermedad nos afecta. Qué gran ejemplo para demostrarnos que no debemos estar obsesivos ni detenernos intensamente a pensar de continuos en ese mal que nos afecta y que hoy tiene casi todas las ventajas de ser curable.

Servidor lleva ya seis años, cumplidos desde mi operación, y en la confianza y lucha por mi recuperación, con la cuidada atención del Dr. Lacave, sembrando mi ánimo de vivencias con las personas que me rodean al encuentro de esa felicidad de poder ayudar a la gente con mi manera de pensar.

Ello me lleva a tener siempre abierta una puerta a la esperanza, siendo positivo, desterrando el miedo, y pensando en una definitiva recuperación. Así las cosas, hay que dejar a un lado las sombras pasadas y recuperar esas luces que nos anuncian que la vida aún nos necesita.

Ofrezcamos, pues, esa paz necesaria para el bien de los recuerdos, abriéndonos al diálogo, como lo hago yo en esta ocasión, para compartir opinión con otros enfermos, o posibles, que es, sin duda, también, un buen tratamiento terapéutico para conseguir nuevos sueños y lograr ansiadas metas.

Esa labor de mutuo entendimiento, sin reservas, nos hace confesar que todos los enfermos hemos extraído de las sufridas experiencias, se sea creyente o no, pero siempre mirando al cielo, ese consejo que haga de nuestras vidas un mejor comportamiento con nosotros mismos y con los demás.

En esa otra mirada, de nuevos horizontes, que quizás dormida en el tiempo, venga a darle a nuestras vidas el mejor de los destinos.

Ya, cuando la tarde acariciaba a la noche, tras una agradable merienda compartida, numerosas personas abandonamos la terraza del Rompeolas.

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