Seguimos igual. Barru no puede considerarse urbano, un pueblo con sólo un centenar de habitantes permanentes, la mayoría de ellos pensionistas del campo, donde ni siquiera hay una tienda para comprar el pan, ni leche, sal, algo para comer; un pueblo sin calles, ni escuela ni médico ni farmacia, sin autobús ni taxi, una aldea sin ningún servicio esencial para una vida urbana. No tiene ni alcalde pedáneo (esto lo dice todo) y ni siquiera es un pueblo "dormitorio". ¿Qué intereses ocultos hay para que se empeñen, corporación tras corporación, plan urbanístico tras plan urbanístico, en declarar a Barru núcleo urbano? Una aldea rural poblada mayoritariamente por campesinos donde, para sobrevivir, han de utilizar su transporte privado, pues han de salir del pueblo para realizar la mínima compra existencial.

Ha cambiado el gobierno municipal, oficiosamente se ha desalojado la presunta corrupción del Ayuntamiento, se ha contratado un distinto equipo redactor para el planeamiento general, pero se insiste en contemplar un pueblo rural como núcleo urbano. Parece que la lucha de los vecinos contra los tres planes anteriores, los tres desautorizados por las más altas autoridades judiciales, sigue sin ser escuchada. La insistencia en declarar urbano un lugar sin ninguna característica urbanística obliga a pensar que algo hay tras esa insistencia. O es que los técnicos redactores del Plan de Ordenación no han pisado sus caminos, por donde apenas circulan -fuera de las tres carreteras locales que la circundan- una docena de coches en meses no veraniegos. También pudiera ocurrir que se hayan imbuidos éstos del espíritu de los autores de anteriores planes que llegaron a idear un paraíso terrenal con tranvías, parques y circunvalaciones que hacían del concejo llanisco una conurbación con aires parecidos a los emiratos del golfo Pérsico.

Posiblemente quieran sacar rentabilidad a la joya de la corona, iglesia, ensenada y playa únicas, semiabandonada por los diversos estamentos administrativos. Porque declarar urbano este lugar solamente puede ser considerado para elevar las tasas municipales y algunas tarifas comerciales que, si se define el pueblo como rural, son mucho menores. A lo mejor, si caemos en la ingenuidad, podríamos pensar que a partir de entonces nos van a barrer las calles, regarlas, poner aceras, una plaza de taxi, un centro de salud, con servicio farmacéutico y enfermería, un despacho municipal para tramitaciones -con un día a la semana nos valdría-, alguien que atienda a nuestra antigua escuela-casa de la cultura-centro social? servicios iguales a los que disfrutan los residentes y establecimientos del casco urbano de Llanes.

No, Barru no cuenta para las administraciones y quieren que cuente para la hacienda municipal cuando no nos hacen el mínimo caso. Hemos negociado, rogado unos pasos peatonales en viales por el gran peligro que representa atravesarlos en la vida diaria, más en verano. Ni caso. Ninguna administración. Hemos solicitado aceras en tramos de carretera cercanos a la concurrida playa. Ni caso. El Gobierno del Principado aprobó y presupuestó una rotonda en una de las salidas del pueblo, un cruce lleno de peligro. Han pasado diez años y seguimos sin ella.

Decíamos el pasado mayo cuando LA NUEVA ESPAÑA informaba sobre el borrador del plan donde se señalaba a esta aldea como núcleo urbano o "núcleo complejo" que "zona rural es la que no cuenta con las dotaciones, infraestructuras y servicios requeridos del núcleo urbano" y señalábamos que Barru, para el Ayuntamiento, ni siquiera es una entidad que deba tener alcalde pedáneo. Y que es curioso que se le clasifique como "núcleo complejo" sin dotarlo de los servicios más necesarios e imprescindibles en pleno siglo XXI, quizá para que esas dotaciones "no rompan la armonía del paisaje natural y rural".