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Un Popeye llanisco en 1930

Un curioso anuncio de zumos inspirado en el personaje de Elzie Crisler

La épica del boxeo la escribieron en Llanes unos cuantos púgiles, de los que hoy ya casi nadie se acuerda. Andrés Castaño era uno de ellos, emigrante en América cuando Al Capone era ya el objetivo prioritario del FBI. Sabemos que en 1922, iniciada su carrera pugilística profesional, Castaño se entrenaba en Nueva York, y que en 1928 regresó a Llanes "tras una victoriosa gira por los Estados Unidos", según señalaba el semanario El Oriente de Asturias. Al año siguiente, Castaño volvió a América y tuvo ocasión de boxear dos veces con el legendario Harry "Pantera Negra" Wills (1889-1956). El primer combate fue en México, en septiembre de 1929, y ganó él por descalificación de su oponente; el segundo, tres meses después, en el New York Coliseum, en el Bronx, lo perdió Castaño por K. O.

En los años de la Segunda República, el Teatro Benavente, que había sido construido por los dinámicos industriales Eladio Bengoa y León Montalbán, acogió una serie de combates, de los que era promotor el hijo del primero, Julio Bengoa Nachón. Atraían a muchos aficionados. Jóvenes como Ángel Santiago ("Jota"), José Ramón Bustillo, José Obes, Enrique Marcos y, sobre todo, Remigio Verdasco López, de Soberrón, y José Bernardo Noriega, de Cue (conocido como "Schmeling", que era el apellido de un gran campeón alemán de aquellos tiempos), formaban parte en Llanes de una emergente afición al boxeo.

A todo esto, en enero de 1929 había nacido Popeye, el marino de los puños demoledores, personaje de una tira cómica que se iba a convertir en icono universal. Su autor fue Elzie Crisler, que publicaba sus trabajos en The New York Evening Journal. Muy pronto, Popeye se hizo famoso entre los lectores del periódico, y los hermanos judeopolacos Max y David Fleischer lo adaptarían al cine animado en sus estudios de Broadway.

Entre Llanes y Madrid, el empresario Ceferino Ballesteros, que por aquel tiempo ya había encargado al arquitecto Joaquín Ortiz el proyecto para una espléndida mansión en la avenida de la Paz, hoy ya desaparecida, prestaba discreta atención a esa actualidad que llegaba de los Estados Unidos. Ballesteros era el propietario, entre otros negocios, de la empresa Zumos CEBE, y se le ocurrió promocionar su producto por medio de un anuncio de animación que recuerda las historietas que hacían los Fleischer sobre el marinero de las espinacas. La innovadora propuesta publicitaria, de apenas dos minutos de duración, rendía tributo a Popeye y, quizá también, a una cierta memoria del difuminado pugilismo llanisco. Mudo pero impactante, el anuncio se titulaba "Un match accidentado".

La publicidad impresa de la bebida aparecía en 1930 en los semanarios locales con el siguiente texto: "Beber CEBE es alimentarse con uvas crudas. De venta en todas las farmacias. Depositario para Llanes: Bartolomé Gavito Hartasánchez". Convincente mensaje, sin duda, pero no tanto como el lenguaje cinematográfico, realmente rompedor, de la cinta animada de Ceferino Ballesteros, que se proyectaba en los descansos de las películas del Benavente, siempre con el aforo completo, ilustrada musicalmente por un pianista (Eloy Marín, alguna vez) desde el pie del escenario. El breve relato animado reflejaba un combate de boxeo entre un púgil blanco y uno negro. Éste empieza dominando la pelea en el primer asalto a base de precisos mamporros, que sacan a su contrincante del ring. Pero el boxeador blanco, milagrosamente, logra revertir la situación cuando una espectadora la da un trago de zumo CEBE, que producirá en él al instante el mismo efecto que hacían en Popeye las benditas espinacas.

http://higiniodelriollanes.blogspot.com.es

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