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Con sabor a guindas

Los silencios de las bibliotecas

La oportunidad de compartir la intimidad con el libro puede ayudar a una nueva forma de pensar

Acudo a Oviedo al homenaje de mi buen amigo el magistrado riosellano don Alejandro Criado Fernández, donde una numerosa concurrencia le ofrecimos amistad y afecto en una muy amena despedida, tras varios años en el campo de la justicia en su recorrido por muchos lugares de España.

Fui con suficiente tiempo y para entretener esas horas me acerco a la biblioteca del Fontán. Contemplo algunos datos, ante la salida de mi nuevo libro, y disfruto de la paz de un silencio propio de una soledad buscada.

Son muchas las personas que habitaban el recinto; entre ellas saludo al historiador Pedro R. Cortés, que, en oración callada, daba consulta a sus libros. Me impresionó su silencio. Soy de los que piensan que compartir un silencio contigo mismo es ir en busca de la palabra que solucione tu pensar. En las bibliotecas, en ocasiones, las palabras quedan mudas, los silencios hablan. Ellos tienen muchas cosas que decirnos.

Les confieso que siempre he tenido por las bibliotecas una profunda admiración al extremo que, paso a paso, he logrado conseguir varios centenares de libros para la mía particular. Sin embargo, me preocupa su futuro. Hoy los nuevos medios consiguen, con menos esfuerzos, informarnos. Si bien estoy en la confianza que las viejas tradiciones no se pierdan.

Sabido es que en todos los pueblos de España las bibliotecas se mantienen al amparo de la Administración y que existen otras muchas personas que, con sacrificio, logran reunir unos cuantos libros en su hogar. Todo va unido a un sentimiento colectivo que acaba siendo como un oasis para saciar la sed de renovar y de recordar la cultura, tan necesaria para nuestro diario vivir.

A los que amamos los libros, que somos muchos, tenemos que estar preparados para, con sensatez y criterio, mirar por la grandeza de las bibliotecas, y estamos en la obligación de defender su existencia. Digo esto porque conozco situaciones muy tristes de cómo algunas acaban divididas, arrinconadas o perdidas en cajas para alimento de las polillas. Lamentable situación que estamos en el deber de evitar. Ejemplo de ello son la Asociación de Amigos de Ribadesella, fieles defensores, con numerosas publicaciones de libros.

Hoy, en este mundo que nos toca vivir, se pasa con enorme frecuencia del amor al desamor para nivelarlo, nos falta ese diálogo compartido tan necesario para la convivencia. Quizás buscando esa cooperación metafórica, diremos que también corren tiempos difíciles para el libro, al que, como amigo fiel, no necesitamos pedirle audiencia, nos recibe sin demora, nos orienta y su consulta es gratuita para ofrecernos su sobrada experiencia con generosidad.

Así las cosas, pienso que a las bibliotecas se les debe de conceder siempre el respeto y el honor, desde siglos, que como fruto del destino heredaron. Por ello es bueno seguir pregonando el buen hacer de la lectura.

Son tantas las buenas obras que la literatura nos brinda que, entre ellas, trabajo nos costaría elegir la mejor. Permítame quedarme con "El Quijote". ¿Se han preguntado ustedes, si no hubiese existido, cuántos y sanos consejos nos hubiéramos perdido?. Siempre han criticado a cura, barbero y sobrina que dieron fuego a muchos de sus libros que reforzaron los consejos del hidalgo y su escudero Sancho, dentro de esa filosofía mundana, pero acertada, para sus conquistas como caballeros andantes en sus largas correrías.

Si, ya sé que alguno de mis lectores me estará diciendo que tengo que ponerme al día. De acuerdo, y razón les dejo de que nadie duda de las nuevas técnicas, pero, aún ofreciéndoles mi respeto, permítanme incluirme entre aquellos que prefieren el olor clásico del papel y que disfrutan mojando el dedo y pasando página.

Les dejo, vuelvo de nuevo a la paz de mi biblioteca y estoy en la confianza que ustedes, cuando las visiten, se entiendan muy bien con las palabras de sus silenciosos. Salga al encuentro de esa oportunidad, ya que compartir esa intimidad con el libro puede ayudarle a una nueva forma de pensar. Ese es el consejo que Ana, la bibliotecaria riosellana, les daría a todos ustedes.

Servidor también se lo recomienda, hagan la prueba.

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