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Relatos sobre vitela

Y antes del puente, la plaza Mayor

El papel y la evolución del núcleo preurbano de la villa piloñesa

Esa función, entre otras, tenía el puente vieyu del Ynfiestu, la de articular el primitivo núcleo de población que, a finales del siglo XIII, cuando se configura la autonomía municipal, se va consolidando en su entorno. En efecto, el núcleo preurbano de la villa se constituye en esa plataforma que da acceso al puente, la plaza Mayor, un espacio de forma triangular en el que confluían cuatro vías, la meridional, procedente, como Camino Real, de Castilla y hoy conocida en su tramo de entrada con el significativo nombre de La Pedrera; la que facilitaba el propio puente; la que se dirigía hacia Qués y Belonciu, y la situada al este del espacio, muy inmediata al puente y que formaba parte del Camino Real hacia el oriente asturiano. Con el tiempo y con el sucesivo proceso de urbanización, este tramo de via que accedía a la plaza Mayor fue conocido con el nombre de calle de Santa Bárbara, hasta que, a mediados del siglo XVIII, con la fundación de la Obra-Pía y la construcción en este espacio de una casa para los capellanes de dicha institución, se sustituye su denominación por la de La Colegiata, nombre con el que era conocida la citada Obra-Pía. Hace varios años, la Corporación municipal, atendiendo al importante comercio que en la misma llevaban a cabo en el mercado de los lunes los queseros, le puso el nombre de la calle El Quesu.

Conserva aún hoy esta calle un edificio de época, muy singular. Se trata de lo que fue un mesón, casa de hospedaje y taberna. Se ofrece a nuestra vista en tres plantas, con corredor, y mantiene en el dintel de una ventana la fecha de 1727. En su fachada principal conserva el nicho de piedra que albergaba una imagen de Santa Bárbara, que le daba el nombre. La plaza también estaba limitada en su lado opuesto, y a modo de cierre, por la capilla de Santa Teresa, y por su zona meridional el barrio de Santa Eugenia, con varios hórreos, y un hospital de peregrinos con capilla bajo la misma advocación, en la parte alta y colindante con la citada calle de La Pedrera, en el lugar que hoy conocemos como plaza de Santa Teresa. Por esta disposición en torno a la imagen de Santa Bárbara, Santa Teresa y Santa Eugenia se le conoció como la plaza de las tres santas.

Plaza del Mercado era otra de las denominaciones de este espacio urbano de Infiesto, tal vez la más antigua dado que en este espacio estaban fijadas las asambleas mercantiles semanales que se celebran desde finales del siglo XIII. De hecho, Piloña no fue objeto de una política regia de repoblación, pero, cuando las cartas-pueblas, de la segunda mitad del siglo XIII, de territorios limítrofes o cercanos -Nava, Villaviciosa o Colunga-, establecen un día de mercado para sus respectivos entes municipales evitan coincidencias de fechas, quedando el lunes asignado a Piloña.

Tal ordenamiento fue confirmado ya en época moderna por sendas cédulas reales de Felipe V y Carlos III en virtud de la concesión inmemorial que disfrutaba el concejo de Piloña.

Ciertamente, en la última década del siglo XIII la plaza fue asiento de múltiples actividades. El profesor Valdeavellano ya advierte cómo en los reinos de León y Castilla el lugar del mercado debió ser también donde se administraba justicia por los oficiales concejiles. Sabemos, en efecto, que en 1297 era Ruy Pérez notario público en Piloña y que, en 1304, Pedro García de Vierces, Roy Diéz de Sardeda y Iohán Pérez de Monnes ejercían como jueces en el concellu, quienes junto con los alcaldes desempeñaban funciones directivas y ejecutivas en el naciente ente municipal.

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