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Crítica

Nuevas experiencias en la Filarmónica

La Sociedad Filarmónica de Oviedo recibió el miércoles, por vez primera en su temporada, al Cuarteto de saxofones Zirqum. El Zirqum nació en 2012, en las aulas del Conservatorio Superior de Música de Asturias. En dos años la formación ganó la suficiente solidez para ganar el IV Premio de Música de Cámara que el Conservatorio organiza anualmente junto con Caja Rural. Gracias a la colaboración de la Sociedad Filarmónica con el Conservatorio descubrimos a este nuevo conjunto, que apunta alto.

Como recogía el programa del concierto, el Zirqum pretende consolidarse como grupo profesional, "comprometiéndose con el repertorio original para cuarteto de saxofones". Aptitudes para ello no les faltan, según el nivel que mostraron los intérpretes en el Teatro Filarmónica, no sólo de forma individual, sino como conjunto. Así, hay que reconocer el trabajo de los profesores Juan Cué, en música de cámara, y de Francisco Javier Rodríguez, en las lecciones individuales de los integrantes del Zirqum que, entre este curso y el siguiente, finalizarán sus estudios superiores en Oviedo ¡Adelante!

Por otro lado, el Zirqum permitió abrir a los socios de la Filarmónica nuevas experiencias sonoras. Esto es muy importante, pues, en primer lugar, todavía falta acostumbrar el oído a los ensembles de viento. A esto hay que sumar la apertura de repertorio, que puso además a prueba a los intérpretes, con la variedad de estilos del programa. Todos estos ingredientes hicieron posible, el miércoles, una velada muy especial, tanto por la novedad como por la calidad musical ofrecidas. Sin duda, este tipo de iniciativas en la programación pueden ser muy positivas a la hora de fidelizar al nuevo público que se acerca a los conciertos de la Sociedad, pero que difícilmente regresa.

El responsorio "Tenebrae factae sunt" fue un inicio perfecto. Con unos segundos en la oscuridad, nos adentramos en las profundidades de Victoria, que con los saxos adquiere otra dimensión. El Zirqum cuidó desde el primer momento el resultado sonoro, su balance de conjunto, perfectamente compenetrados. Así se vio en el "Cuarteto para saxofones, Op. 109" de Glazunov, donde gustó especialmente la "Canzona" con variaciones central, por su gravedad y empaste de conjunto. Hay que destacar el último movimiento, por la evolución y contrastes de la página, en un ensemble muy compacto, en el que Idoia, Carmen, Ricardo y Enrique no dejaron de escucharse los unos a los otros en ningún momento del concierto.

No obstante, el clímax de la primera parte fue con Florent Schmitt (1870-1958) y su "Cuarteto", poliédrico, mientras condensa dificultades de mecanismo. El Zirqum ofreció una versión muy sólida, que buscó las inflexiones del discurso para construir la obra, y la variedad de colores y efectos expresivos, mostrando su versatilidad. No en vano, el "Animé sans excés" sirvió de propina del concierto. En la segunda parte, nuevas sorpresas con "Rasch", de Franco Donatoni (1927-2000): un juego sonoro perfectamente sincronizado en el Zirqum, que imprimió personalidad a la evolución de la obra. Alfred Desenclos (1912-1971) cerró programa, y su brillante "Cuarteto" con aires de jazz, en el que sobrevuela Gershwin. El Zirqum destacó aquí por su flexibilidad de ritmos y colores, con detalles sutiles de interpretación, en líneas muy bien definidas ¡Bravo!

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