La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mar de Oviedo

Nadal

Muy guapamente me dormía antes con el ciclismo y ahora con el tenis; ronqué Roland Garros a más no poder y no me perdí gran cosa de la realidad, eso sí, entre cabezadina y cabezadina, veía al bueno de Nadal sudando a chorros, liberándose de toxinas, botando la pelota para liberarse de los nervios, golpeando con la raqueta en ambos pies, para liberarse de la tierra batida pegada a las suelas, con el dedo en el culo liberándose del tanga, recogiendo los pelos sobre las orejas... Son manías que repite más de cien veces en cada partido, y ahí tenemos al realizador centrado en semejante zuna, aunque el tenis de ahora, de palo y tente tieso, es también un furor. Nadal se eterniza hasta que el juez de silla lo llama al orden para que saque de una puta vez. Y yo, entre sueños, me pregunto: ¿por qué Eurosport no aprovecha esa pesadísima rutina del tenista español para irse a la publicidad?

Compartir el artículo

stats