Soy consciente de que hablar de fútbol une o separa tanto o más que la política, pero no voy a escribir de fútbol, ya existen mejores críticos que yo.

He ido a renovar el carné de socio del Oviedo y he de decir que si bien el equipo ha subido, el de relaciones humanas sigue en Tercera o en Regional. Hace tres semanas pasé por las oficinas sitas en el Calatrava con el fin de conocer si ya se sabían precios y demás. "No se preocupe, para julio estará", me contestaron.

Al llegar a retirar mi abono creí que me iba a encontrar con varios puestos de atención; uno para minusválidos, ancianos y embarazadas, vamos, lo normal, puesto que la oferta era golosa: escoger el mejor sitio y poder utilizar el carné de socio el 28 de este mes contra el Atlético de Madrid.

Pero cuál fue mi sorpresa: una cola que me recordó a la del partido de la promoción a Segunda contra el Cádiz; en aquel entonces lo achaqué a la falta material de tiempo. Esta vez lo que sobró fue tiempo. Había dos ordenadores, tres chicas y varios chicos bien vestidos que salían y entraban; mientras estuve en la cola vimos instalar la fibra óptica, vimos cómo se estropeaba un ordenador, con lo cual quedaba uno solo, y por fin se rompió el servidor, o eso dijeron las chicas.

Hubo gente que se acaloró con las chicas, lo siento, pero ellas no son las culpables de la incompetencia de sus jefes, bastante tienen con aguantar los improperios de los socios cansados.

Usted, lector, ¿se imagina a un supermercado anunciar una gran oferta y sólo poner una cajera, o vender un libro antes de hacerlo?

Ya está bien, los socios que pagamos religiosamente nuestras cuotas merecemos un respeto por parte de los responsables del Real Oviedo.

Por cierto, después de cuatro horas a la cola conseguí mi ansiado carné, eso sí, sin rebaja.