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El Otero

Rufo y Woody al habla

Los habituales atentados contra las estatuas

Queridos vecinos, parece que entre vosotros hay algunos que andan un poco asilvestrados y no entienden muy bien en qué consiste vivir civilizadamente y compartir este espacio de convivencia que es una ciudad. A mí me tienen cegato cada dos por tres por esa extraña obsesión de birlarme las gafas. Y ahora resulta que al pobre Rufo, que delega en mí por eso de que se me da mejor lo de escribir, acaban de echarle pintura por encima. Él, que tanto quiso siempre a los ovetenses... No entiende el por qué de un comportamiento tan mezquino; y luego el animal es él... Por si fuera poco, parece que la escultura de Luis A. Sanguino, "Libertad", ha sido también mutilada. Curiosa paradoja.

El caso es que sea echarle pintura al pobre Rufo, que algún ceporro se convierta en un héroe de pacotilla por robarme las gafas, mutilar a (la) "Libertad", dejar una calle llena de basura, pintar paredes, corromper o corromperse -que tanto monta-, o tantos despropósitos más, lleva, indefectiblemente, a una conclusión que no por obvia es menos importante: la sociedad, para avanzar, tiene que apoyarse necesariamente en la educación. Sin educación no hay futuro. Si acertamos en educar bien a los niños, probablemente será innecesario reprender el día de mañana a los adultos; por tanto, sólo una apuesta real, valiente, firme y decidida por la educación logrará que algún día seamos capaces de construir una sociedad cimentada sobre valores éticos; auténtica piedra angular del progreso.

Si me apuráis, que me quiten las gafas es lo de menos. Lo preocupante es que el que me las quita, probablemente, no tendrá reparo alguno en pisotear todo tipo de libertades ajenas o, incluso, en imponer sus supuestas razones por la fuerza; vamos, un firme candidato a ser un zoquete integral ignorante del significado de la palabra respeto.

El que nace lechón muere cochino; el que es tonto lo seguirá siendo con bastante probabilidad y, si le ponen un bote de pintura en la mano, ya es para nota; pero aun así, hay que pensar que puedan ser capaces de encauzar adecuadamente ese impulso gamberro y asimilar el grandísimo valor que encierran los términos respeto y libertad.

Amigos, nunca, nunca dejéis de creer que un mundo mejor es posible. Y para ello, creed en la educación. Es el único camino. Valorad y apoyad como se merece a los maestros pero no penséis que la tarea de educar es exclusiva de ellos, ¡ni mucho menos! La familia es clave. Y, en definitiva, la sociedad en su conjunto es depositaria de esa responsabilidad.

Mafalda, preocupada, nos envía desde el Campo su abrazo solidario.

Abraham Lincoln, presidente de mi nación que fue, como bien sabéis, creía que sobre la educación sólo podía decir que es el asunto más importante en que nosotros, como pueblo, debemos involucrarnos.

Rufo, Mafalda y yo estamos totalmente de acuerdo.

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