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Crítica / Música

Monteverdi con estilo

El inicio de la temporada de conciertos en el Auditorio

Ha comenzado la temporada de Conciertos del Auditorio con una función de resonancias moralizantes en las que lo "humano y lo divino" -por seguir el vocabulario barroco- se han unido para despejar dudas sobre la viabilidad del Auditorio, ofreciendo tranquilidad, desahogo y cierto "consuelo espiritual" a público y artistas por partes iguales.

El responsable de tan simbiótico trabajo ha sido el director granadino Pablo Heras-Casado al frente del Balthasar-Neumann-Chor & Solisten y el Balthasar-Neumann-Ensemble, entidades con las que lleva colaborando varios años, tanto en escenarios, como en estudios de grabación como parte de su dilatada carrera como director invitado de las más prestigiosas orquestas de Estados Unidos y Europa.

Acercarse a la interpretación del catálogo de Monteverdi resulta un trabajo arduo y minucioso que siempre se mueve entre dos aguas: la herencia del Renacimiento, definida como "stile antico" con su textura polifónica, y la irrupción del "stile nuovo", con su monodia acompañada bajo la idea del "concertato", propio del Barroco que está naciendo. Por si esto fuera poco, la abundancia de textos teóricos de la época y estrictamente posteriores nos permiten aproximarnos a todo un mundo lleno de diversidad tímbrica, expresiva y técnica que hace obligatorio su conocimiento para que las interpretaciones se ajusten a la estética de la época, fruto de una retórica musical que favorezca la "teoría de los afectos". Es aquí donde Pablo Heras-Casado y el Balthasar-Neumann-Chor & Solisten y el Balthasar-Neumann-Ensemble han encontrado su compromiso artístico. Combinar la investigación musicológica y la interpretación -mesa y práctica- dan como fruto una altísima calidad que no deja al público indiferente, atrayendo por igual a especialistas y aficionados.

A la afinación impecable, al equilibrio de colores y al empaste de las voces, ha de sumarse un fraseo sin excesos, favorecido por el empleo de figuras retórico-musicales por parte de Heras-Casado en ornamentos dinámicos como el "son filé entier" -messa di voce- o el "son demi-filé" -crescendo-, al servicio de una expresividad nítida y cargada de emociones. El uso estricto de réplicas de instrumentos de la época es algo asumido hace tiempo para las obras del barroco, no así la meditada combinación que pudimos ver sobre el escenario: dos violines frente a cuatro trombones, arpa, órgano, bajón, tiorbas, violone, cornetti y violas da gamba, que responde a la búsqueda de unos matices tímbricos no siempre conseguidos en otras agrupaciones. El resultado fue una abstracción sonora que consiguió acercar al público a unas obras compuestas para una arquitectura muy diferente a la de un auditorio moderno. Como señala la musicóloga María Sanhuesa, la sonoridad de San Marcos de Venecia favoreció la creación de "un estilo y una sonoridad únicas". Monteverdi sabrá explotar estos recursos en obras como "Credidi à 8 voci da Capella", "Laudate pueri secondo", la "Messa à 4 voci da Cappella", "Dixit Dominus primo à 8" o "Laudate Dominum secondo". Tal vez, el interés por conseguir esa recreación estética, impecable en la técnica y en el uso de las figuras retóricas, dejó de lado cierta unción en la interpretación.

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