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El Otero

Mortadelo y Filemón, agentes de información

Semblanza del dibujante Ibáñez al cumplirse ayer 60 años de la primera historieta de su célebre pareja

20 de enero de 1958. Se cumplieron ayer, por tanto, seis décadas. En el número 1.394 de la revista "Pulgarcito" aparecía publicada por vez primera una de las historietas de Mortadelo y Filemón, una pareja de detectives émulos hispanos de Sherlock Holmes y el doctor Watson y tan eficientes como los belgas Hernández y Fernández de Hergé. Su autor, Francisco Ibáñez Talavera. Ibáñez nació el 15 de marzo de 1936 en Barcelona. Un empleado del Banco Español de Crédito que había publicado su primer dibujo a los siete años en la sección "Colaboraciones de nuestros lectores" de la revista "Chicos". Durante varios años alternó el trabajo en el banco con su verdadera vocación de dibujante, hasta que en 1957 se decide a dar el gran paso y se dedica exclusivamente a trabajar para la Editorial Bruguera.

Además de Mortadelo y Filemón, durante los años 60 Ibáñez publica en distintas revistas sus mejores personajes: La familia Trapisonda en "Pulgarcito" en julio de 1958; 13 Rue del Percebe en "Tiovivo" en junio de 1961; El botones Sacarino en "DDT" en mayo de 1963; Rompetechos en "Tiovivo" en junio de 1964 y Pepe Gotera y Otilio en "Tiovivo" en febrero de 1966. Personajes entrañables que acompañaron a varias generaciones llegando hasta nuestros días.

Es inevitable una referencia personal. Obviamente, no recuerdo en qué momento empecé a leer, pero lo que sí es seguro es que mis primeras lecturas eran los cuentos que compraba cada domingo en el estanco de Ángel: el Mortadelo, el "DDT" y, además, el periódico para mi padre. De camino a casa -escasos metros- uno ya llegaba casi leído. En ellos estaban todos estos personajes creados por el infatigable genio de Ibáñez. Muchos buenos momentos le debo. Momentos geniales de risas en la soledad de la habitación que llevaban a mi madre a asomarse a la puerta a ver de qué me reía con tanto ímpetu. Y mis favoritos siempre fueron Mortadelo y Filemón que, aunque sesentones, conservan todavía la misma frescura, los más disparatados detalles en los dibujos y el elaborado guión de aquella primera historia, "El Sulfato Atómico", publicada en 1969. Las aventuras de estos agentes de la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea) han sido traducidas a una veintena de idiomas y han tenido adaptaciones audiovisuales en forma de series de animación, cine, videojuegos e, incluso, un musical. Por algo será.

Ibáñez ha dedicado toda una vida a conseguir una de las mejores cosas que puedes lograr: La risa. Ese ejercicio tan valioso para la salud en consideración de Aristóteles. Personalmente, siento una gran deuda de gratitud hacia Ibáñez por tantas horas de diversión y risas regaladas desde que empecé a leer hasta hoy en día, que sigo disfrutando de sus alocadas historias.

Me gustaría que Oviedo, tan pródiga en esculturas, tuviera la buena idea de dedicarles una a estos dos personajes que andan de cumpleaños. Seguro que tenía el mismo éxito que esa pequeña Mafalda que desde hace unos años vigila el estanque de los patos en el Campo San Francisco. Y en ella rendir un sentido homenaje de gratitud a ese gran creador de risas y sueños que es Francisco Ibáñez y que, entre otras cosas, nos ha enseñado a no tomarnos la vida demasiado en serio. A fin de cuentas, ninguno saldremos vivo de ella? Gracias maestro por esas horas de risas. Por hacernos la vida un poco mejor.

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