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Con vistas al Naranco

Libertad para Romeva y Junqueras

Una reflexión sobre la inconveniencia de combatir el independentismo sólo con el Código Penal

... dos cruces en el monte del olvido...

C. Larrea, "Bolero"

Mi amigo Luis Sánchez-Merlo, buen compañero en Deusto, me transmite la preocupación por el espectáculo costero mediterráneo de las cruces amarillas que tanto pueden dañar el PIB y el turismo, y hace una magnífica diferencia con las que pueblan Dunkerque y Normandía, conmemorativas de la sangre derramada por los aliados a favor de la Libertad. Por mi parte, también me subleva, además, el despropósito de la mera elección del amarillo de la genocida represión nazi contra los judíos.

Esto del catalanismo independentista está desnortado sin líderes que lo reorienten ni respeten los sufrimientos y escollos de la Historia.

En cualquier caso, cuánto me gustaría que mis antiguos colegas del Europarlamento Raúl Romeva y Oriol Junqueras, cuyas bonhomías personales me constan, recuperasen sus libertades. Ya bien sé también la gravedad de los delitos golpistas, pero el problema de ese sector minoritario del catalanismo no se resolverá con la estricta aplicación del Código Penal, ni ahora ni tras la vista del juicio oral.

La presencia de Raúl y Oriol en la cárcel de Estremera, aún con todas las consideraciones que les ofrece el Estado democrático de Derecho, son dos cruces que no pueden estar clavadas en mi olvido. Es demasiado fuerte la huella de tantas visitas como hice de joven abogado a las prisiones de El Coto, Basauri, Modelo de Oviedo, Nanclares, Yeserías, Carabanchel... Y aún a penales y centros de internamiento extranjeros. Es ciertamente demencial que se quieran considerar ahora "presos políticos" pues la memoria de lo sucedido parece demasiado frágil y semejante terminología ofende la inteligencia, pero mi ánimo trasciende el lamentable yerro de Raúl y Oriol, a los que no puedo imaginar compinchados con esos tontainas racistas/supremacistas de Puigdemont y Torra.

Dunkerque, Normandía... las fosas comunes españolas, incluida la de Oviedo, son llamadas lacerantes a la seriedad analítica. El remanso de la explanada de Arlington, sin cruces y con alguna llama, también sobrecogió mi ánimo. Las catalanas que denuncia Luis están muy lejos del sentimiento reparador y expiatorio de homenaje a auténticas víctimas del terror bélico, pero no son óbice para que siga deseando la libertad de Oriol y Raúl, deseando para ambos aportaciones constructivas a la Libertad y la Democracia.

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