Hace tres años Somos Oviedo rompió las viejas reglas del juego y demostró la fuerza de la gente corriente. Hartas de que la política municipal fuera el cortijo de cuatro listos y sus amigos, nos organizamos para hacer una candidatura de unidad popular. Muchos creían que no lograríamos las miles de firmas necesarias para acudir a las elecciones. Las conseguimos. Después dijeron que no obtendríamos el respaldo de la ciudadanía, y de la nada logramos seis concejales, logrando una mayoría de progreso que se tradujo en una negociación para formar gobierno. Como fuerza mayoritaria correspondía a Somos Oviedo la Alcaldía. La Federación Socialista Asturiana obligó, en una jornada bochornosa, a romper aquel pacto, para apuntalar al gobierno corrupto del PP en Oviedo. No les dejamos, porque a nosotras no nos importaba quién ocupara el sillón, sino sobre todo quién tenía que dejar de ocuparlo. Así desalojamos al gabinismo de la Casa Consistorial, contra la vieja lógica de los partidos, que se ponen a sí mismos por encima de todo.

No se lo tomaron bien. Cada discrepancia interna, normal en un gobierno plural, fue amplificada como si se tratara del fin de los tiempos. Han sido tres años de Caunedo y los suyos anunciando la llegada del Apocalipsis, pero no nos paran. Seguimos, satisfechas de los logros que hemos conquistado para la ciudad y convencidas de que nos queda margen para obtener muchos más.

Convencidas de que era imprescindible poner a las personas en el centro de las políticas públicas, triplicamos las ayudas de emergencia social para atender a las familias castigadas por la crisis. Aumentamos un 200 por ciento el gasto en becas de libros, comedor y desayunos, para eliminar las listas de espera y que nadie se quedara fuera. Dimos un giro absolutamente necesario al albergue de animales de Oviedo, que ha pasado de ser una vergüenza a cumplir con el bienestar animal y la política del sacrificio cero. Y apostamos por el empleo público de calidad con la creación, en solo tres años, de más de 2.000 contratos públicos y temporales.

Desmontando el gabinismo, recuperamos un servicio que nunca debió estar en manos privadas, la recaudación de impuestos. Con esta medida ahorramos cuatro millones de euros al año a las arcas municipales.

Pese a la lluvia de pufos que dejó el viejo régimen, invertimos un 26 por ciento más por ovetense, y por primera vez una parte de las inversiones la decide la ciudadanía. Y estamos desarrollando una política fiscal para que aporten más los que más tienen.

Con el gobierno del cambio los pueblos vuelven a existir, con medidas como la recuperación del conjunto histórico de Olloniego, o la mejora de sendas del Naranco.

Para ofrecer a toda la ciudadanía una cultura viva, creamos la Universidad Popular, por la que ya han pasado más de 5.000 alumnos. También atendemos al tejido económico de alto valor añadido: encontramos el Vivarium de La Corredoria vacío y en manos privadas; ahora es un centro de investigación y desarrollo biosanitario puntero con ocho empresas y cincuenta trabajadores.

Trabajamos en la mayor transformación urbana del país, con el bulevar de Santullano, un proyecto que dispone de 10 millones de euros de fondos europeos para mejorar la movilidad, la calidad de vida y ser un referente en urbanismo sostenible.

Defendimos el derecho de todas y todos a vivir en libertad, en una ciudad respetuosa y acogedora, con campañas contra las violencias machistas y en apoyo de la diversidad.

Y como nos gusta Oviedo, lo queremos más limpio, sin pintadas en las fachadas del Antiguo y con baldeos en los barrios.

Y seguimos.