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La mar de Oviedo

Ácido lúdico

Ocho exquisitos metalúrgicos glotones, uno de Laviana, no había metalúrgicas, son los últimos coletazos del homo trincón, se zamparon en Madrid, en Casa Parrondo, angulas de Pravia, percebes de Buelna, cigalas de anilla roja y algo gualda, roballiza del Aguilar, buey de Selgas, soufflé de la abuela de no sé quién, Pingus del Duero y champagne del Marne, por 6.000 euros cada comensal, más la propina, porque pudieron fumar y jugar al póquer y a las dobles parejas hasta la madrugada. Sí, ocho empresarios del metal; ¿de qué metal? Alambrón, bisagras, chatarra, arandelas inoxidables, redondo corrugado, lingotes de aluminio, tubos sin soldadura, cátodos de cobre, hierro de lentejas, arrabio, escoria, bovinas de acero, fundición dúctil, baterías de litio, ferrocromo, vanadio para llantas, zinc, platería, pepitas, magnesio de escalada, berilio, zirconio para prótesis... ¿Habrán pagado en metálico?

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