Se celebró en el Palacio de Congresos de Oviedo la asamblea anual de los Testigos de Jehová, bajo el lema "¡Sea valiente!". No creo en mi religión, que es la verdadera, menos voy a creer en esta antitrinitarista con la que tuve pocos contactos. Una tarde que invité a mi casa a dos de estos testigos quedé chafado porque al ver mi biblioteca, con miles de volúmenes, me soltaron que debería cambiarlos todos por una Biblia. ¿Por cuál?, les pregunté; ¿la original en hebreo, arameo y griego helenístico?, ¿la Vulgata, de Jerónimo de Estridón?, ¿el Textus Receptus de Erasmo de Roterdam?, ¿la traducción de Casiodoro de Reina, revisada por Cipriano de Valera?, ¿alguna de las cincuenta versiones al castellano?, ¿cuál de las 2.500 traducciones a otros idiomas? En fin, a lo que íbamos, más que valiente me sentiría un menguado si sólo pudiera decorar mi casa (y mi alma) con un solo libro, aunque se tratase de la Biblia en verso.
