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Solución de averías

Peripecias con un ventilador averiado en un 4L en la calle General Elorza

Solución de averías

Con el entonces reciente y flamante 4-L, trabajando en Sama de Langreo durante la semana, los sábados era frecuente ir a Oviedo y pasar allí el fin de semana.

Durante el viaje fui notando un extraño ruido en el motor, mas como el coche no parecía mostrar señal alarmante alguna, no paré hasta que llegué a la puerta de mi casa, en la calle Asturias.

Con el motor en marcha y caliente por el trayecto de Sama a Oviedo, nada más levantar el capote del motor enseguida observé la procedencia del ruido en cuestión: la hélice del ventilador cabeceaba, con el riesgo de que saliese de su eje y se cargase el ventilador. Así que paré inmediatamente el motor, en tanto pensaba a quién podía recurrir un fin de semana, cerrados todos los talleres.

Devanando los sesos, me acordé de un garaje situado en la calle General Elorza que además tenía grúa para trasladar el coche desde mi casa al garaje. Les llamé por teléfono y me dijeron que la única grúa estaba haciendo un servicio y no sabían cuando regresaría.

Entonces me arriesgué, y como el motor había enfriado, arranqué el coche y como era cuesta abajo, tomé la Avenida de Santander y enseguida entré en General Elorza. Paré delante del garaje Cuadrado y la persona que estaba de guarda salió a ver la avería. Con gran desilusión por mi parte me dijo que aquello no podría solucionarse y que solo tendría reparación en un taller Renault que hasta el lunes no abriría.

Hablando y hablando con dicho guarda, me apuntó que Abundio Gascón tenía un taller Pegaso en la Avenida del Mar, y como era también un poco cuesta abajo, quizá podía dejar el coche allí guardado hasta el lunes y que, después, una grúa lo llevase hasta la calle Campomanes donde estaba el servicio Renault.

Volví a arriesgarme arrancando el motor y despacio lo llevé hasta la Avda. Del Mar. También estaba cerrado, más otro guarda tuvo la gentileza de atenderme. Llamó a un hijo de Abundio Gascón que allí vivía, hizo meter el coche dentro de un patio y me dijo que no me preocupara más del vehículo.

Regresé a Sama el domingo en el tren y el lunes, a media mañana, llamé por teléfono a la Renault para saber qué había sido del coche. Y la sorpresa fue agradable: una grúa lo había subido a Campomanes, ya estaba reparado y un perito de Renault había declarado la reparación en garantia.

Cosas que pasan los fines de semana y se solucionan a Dios gracias y a la buena gente que anda por el mundo.

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