La primera noche de San Mateo permitió descubrir cosas y reencontrar otras. Fue una cosa como piquiñina, con joyas como Neneh Cherry en la Catedral. Quizás arriesgado para una primera jornada festiva, pero de eso se trata, de arriesgar para que los ovetenses podamos disfrutar de cosas que no se ven habitualmente en Asturias. No llegué a José James porque me perdí bajo el paraguas de Ángel González. En la memoria resuenan sus versos en voz de Alfredo González junto a Pablo Moro, Pablo Texón, Álvaro Bárcena y Richard García. Mejorar a Ángel González es casi imposible, pero me atrevo a decir que esa "Voz de soledad sonando" ya no es otra que la del otro González, la de Alfredo. Imposible leer el poema sin escuchar la música. El Paraguas es uno de esos escenarios en los que refugiarse en San Mateo, donde esquivar el ruido de la fiesta sin salir de ella. Es el escondite de los que quieren esconderse pero no desaparecer. Pero ojo, que tampoco es para quedarse allí toda la semana, que ahí afuera también hay mucho que hacer.