Está claro que en Oviedo el éxito de las fiestas de San Mateo es directamente proporcional a la cantidad de sol y calor que haga durante esas fechas. Que la programación haya sido lamentable y la organización escandalosa pasa a un segundo lugar porque Oviedo estaba ansioso por salir a la calle a divertirse y sólo necesitaba un poco de sol para encontrar la excusa.

Dicho esto y aceptando la mayor, hay una realidad que es indiscutible, el Paseo del Bombé fue un éxito absoluto gracias al buen hacer de los profesionales de la hostelería que allí nos pusimos y que demostramos que no importa lo difícil que nos lo quieran poner: estamos unidos, sabemos lo que hacemos y eso se traduce en éxito garantizado y felicitaciones de quienes pasaron a vernos y nos dijeron que así sí da gusto salir a disfrutar de San Mateo.

Aunque hay otros modelos que ya hemos propuesto, nunca dijimos que el modelo de chiringuitos debiera desaparecer y así lo reiteramos. Pero no el de aquellos que tienen detrás a los partidos políticos. Si el modelo de chiringuitos ha de seguir exigimos, porque estamos legitimados para hacerlo, que deben ser los hosteleros de la ciudad, y sobre todo la hostelería de la noche que ha sido maltratada durante estas fiestas, los que los exploten.

Somos los profesionales, damos empleo, pagamos impuestos todo el año y llegadas estas fechas tenemos que soportar cómo, por ejemplo, se decide a lo zorro y sin previo aviso ampliar el horario de los chiringuitos que ni pagan impuestos, ni generan empleo, ni luchan contra el botellón, ni apoyan a los empresarios?, con el único fin de engordar sus cajas, mientras al hostelero le queda cara de tonto esperando al cierre de los chiringuitos que no llega y con el que esperaba poder hacer algo de caja.

Un dato, durante estas fiestas en el Bombé hemos generado durante 10 días más 60 empleos directos y más de 100 indirectos, y vamos a pagar nuestros impuestos correspondientes por lo facturado. ¿Y los chiringuitos?

La realidad del San Mateo de los chiringuitos ha sido la siguiente: Muchísima gente, pero un botellón infinito, ríos de orines por las calles, bares de copas casi vacíos, guardas de seguridad en las puertas de los negocios vigilando que sus aseos fuesen usados sólo por clientes y una ciudad llena de basura fruto de la permisividad del consistorio con el botellón.

El tiempo ha ayudado a tapar las vergüenzas de la organización de San Mateo, pero eso no debe hacernos caer en la complacencia. Oviedo debe avanzar hacia un modelo de San Mateo basado en la calidad y la profesionalidad, con una programación musical acorde con el nivel e importancia de Oviedo, que sea para todos y que haga que nos sintamos orgullosos de nuestras fiestas, y para ello, les guste o no les guste, es imprescindible que se cuente con la hostelería de la ciudad.